Basura y conciencia

La basura es materia que, como toda, sólo se transforma. Conforme han evolucionado los sistemas de mercado y de consumo, la cantidad de basura producida por cada habitante se ha multiplicado. El desperdicio parece ser uno de los más persistentes elementos del círculo del consumismo: la misma inercia del sistema productivo genera un excedente material que se desborda cada vez con mayor gravedad sobre el medio ambiente.

Y el problema hace rato que nos rebasó. Los espacios en donde se reúnen los desechos sólidos son cada vez mayores, y su efecto sobre el entorno es cada vez más pernicioso. El esfuerzo que los ayuntamientos deben hacer para disponer de la basura cada vez gravita más negativamente sobre sus finanzas, en detrimento de otros servicios indispensables que es necesario atender. Se han realizado considerables esfuerzos para contar con tiraderos apropiados y dentro de la norma, pero es aún muchísimo lo que hay que hacer.

Hay dos puntos fundamentales para atacar el problema de la basura: la cantidad de desechos que cada habitante produce por día. Y la manera como se disponga de esos desechos. Respecto al primer tema, se trata de un asunto de conciencia individual y familiar, de hábitos de consumo, de selectividad. Cada individuo tiene la obligación de evaluar sus elecciones materiales desde el punto de vista de su correcto desecho y reciclaje. Es indispensable orientar a la comunidad en el sentido de que sea selectiva con respecto a los productos que adquiere.

Discriminar la manera como éstos vienen empacados y presentados, los materiales que aportan, la durabilidad del artículo, la idoneidad de su reintegración al ciclo de la reutilización, o su desecho.

Lo anterior implica una nueva conciencia en los consumidores respecto al impacto que cualquier compra tiene en el medio ambiente. Y, en la medida que esta conciencia se extienda habrá una preocupación en los fabricantes por generar productos de bajo impacto y reciclables. Un ejemplo muy sencillo: ningún consumidor conciente debería de adquirir productos cuyo embalaje no tuviera una garantía de reciclaje. Empezando por las ubicuas bolsas de plástico.

La separación de basura es el otro gran tema en el que, afortunadamente, se ha venido avanzando. Un porcentaje apreciable de la población del estado (30%) ya separa cotidianamente la basura. Y, según encuestas, un 70% de la población se muestra dispuesto a colaborar con el programa. Falta mucho por hacer, pero el avance es significativo.

Afortunadamente ya existe en las nuevas generaciones una conciencia acerca de la importancia de la ecología que habrá de facilitar una mejora en la situación de los desechos sólidos.

Sin embargo, los costos del desperdicio y del tratamiento de los desechos resultantes siguen siendo excesivos. Y muy gravosos en términos ecológicos y ambientales. La respuesta, además de en los esfuerzos reglamentarios y operativos por parte de la autoridad, depende de cada habitante, de cada casa, de cada negocio. Es indispensable avanzar en la toma de conciencia sobre el tema.

jpalomar@informador.com.mx


Aclaración: Por un lamentable error de edición, la columna de nuestro  colaborador Alfredo Hidalgo, "Cita en la ciudad" del lunes 20 de abril, publicada en la página 5-B, apareció con el identificador de la columna "La  ciudad y los días", cuyo autor es Juan Palomar. Ofrecemos a ambos colaboradores, y a nuestros lectores, una disculpa por el error.