Viernes, 29 de Noviembre 2024
Jalisco | ''Le demostraré al mundo que es posible''

Aprender a ver con el corazón

Javier Silva ha tenido que volver a asimilar la vida. Hace cuatro años, un virus lo condenó a la oscuridad. Él no se detiene

Por: EL INFORMADOR

“Hay la percepción de ver la vida de otra manera: los ojos del corazón”, dice Javier Silva, trabajador del SNE. E. PACHECO  /

“Hay la percepción de ver la vida de otra manera: los ojos del corazón”, dice Javier Silva, trabajador del SNE. E. PACHECO /

GUADALAJARA, JALISCO (04/JUL/2010).- Seis y media de la mañana. El despertador rompe la calma del sueño profundo, y sus ojos se abren, pero sólo hay oscuridad.

Javier Silva burla con precisión los obstáculos entre las habitaciones. Aunque el cielo ya se ha aclarado, su mañana es nebulosa y gris, como todos los días del calendario y todas las horas del reloj. Su vista se esfumó hace cuatro años. Mantiene el resto de sus sentidos en alerta y ya aprendió a vivir así. De hecho, lo disfruta a plenitud: “Aprendes a ver con el corazón”, dice en actitud positiva.

Tres décadas y media de salud visual terminaron de forma radical para Francisco Javier Silva Flores.

“Fue hace cuatro años, en abril de 2006, a consecuencia de un problema de salud. Fue un virus que entró a mi cerebro y el diagnóstico clínico fue encefalitis por herpes tipo uno. Me dejó como secuela la pérdida total de la vista”.

Luego de quedarse ciego, decenas de especialistas trataron de dar solución a su problema. No hubo tal.

Los ojos de la piel

Está sentado en su escritorio, paseando varios papeles entre sus dedos, acariciándolos con sobrada vehemencia.
Javier Silva trabaja desde hace un año en la Dirección de Vinculación Laboral del Servicio Nacional de Empleo (SNE). Utiliza una técnica que le permite descifrar textos escritos en cualquier clase de papel, aunque a diferencia del sistema Braille para ciegos, no existe relieve alguno. El nombre: dermovisión.

“Es aprender a ver a través de la piel”, refiere al tiempo que palpa un tríptico del SNE, del cual percibió el color de las letras y su fondo.

“Es de esas cosas de la vida que te pasan porque Dios te pone a alguien en el camino. Yo lo aprendí cuando un señor se acercó a mí mientras compraba en una tienda. No sé, quizás notó que yo no veía y me dijo ‘¿te interesa aprender dermovisión?’, y lo hice, aunque aún no domino la técnica”.

Menciona que se le complica descifrar letras pequeñas, pero reconoce fácilmente los colores y las tipografías
generosas en tamaño.

El uso de la tecnología tampoco significa una traba para continuar con su vida. Obtuvo una beca para aprender a usar la computadora mediante un software de voz.

“El DIF me ayudó a tomar clases de orientación y movilidad, así como de vida diaria, lo cual me ayudó a reincorporarme más pronto, antes de que llegaran depresiones”.

Su vida personal no ha sido fácil. Hace un año, un grupo de pandilleros lo golpeó cuando esperaba el camión que lo llevaría a su trabajo. Trataron de robarle a su perro lazarillo, pero al tratar de impedirlo se abalanzaron sobre él.

Ninguna autoridad o ciudadano le ayudó.

Conoció el rostro de su hijo cuando tenía un año. Ahora tiene cinco, pero la imagen no cambia. De su vida marital sólo revela que fracasó, aunque no lo atribuye a su condición de invidente.

Sin embargo, enfatiza, “la familia nunca te va a fallar”.

El deporte, la lectura e incluso el cine le apasionan. Mediante un dispositivo bluetooth instalado en un casco de seguridad, ha iniciado a recorrer en bicicleta las calles de la metrópoli.

“Un guía me dice hacia donde pedalear, pero eso tengo que cambiarlo, no me gusta mucho esa sensación de ser vigilado. Voy a trabajar mucho en ello para demostrar al mundo que es posible”.

Tras dos empleos perdidos a raíz de su padecimiento, Javier Silva no sólo consiguió trabajo en el SNE, sino que montó su propia empresa cuyo nombre es Motivares.

“Estoy dedicado a ello, a poder contribuir con la sociedad y la gente no específicamente con discapacidad, sino principalmente a quienes no tienen discapacidad alguna. Sensibilizarlos con eventos sensoriales, como un ‘desayuno en la oscuridad’, que vivan la experiencia de poner a prueba sus sentidos”.

Asegura que mantenerse ocupado le ha ayudado a evitar cuadros graves de depresión: “Es como todo, hay días en que da mucha tristeza, mucho agobio, pero eso es parte normal del ser humano (…) Yo por mi parte he encontrado motivación”.

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