GUADALAJARA, JALISCO (15/ABR/2017).- Los cofrades se colocan la capucha y toman su posición en las andas. Algunos de ellos las cargan sobre sus hombros y otros empujan un carro, pero todos recorrerán las calles del Barrio de Analco en la primera Gran Procesión del Silencio y la Vía Dolorosa que recuerda a la Pasión de Cristo.En esta ocasión el Señor de las Maravillas, el Santo Entierro, la Virgen de la Soledad, el Divino Preso y el Calvario (Señor de Analco) dejan sus templos para caminar del Templo de San José hasta San Sebastián.“Es una síntesis de la Pasión de Cristo, desde su aprehensión hasta su sepultura”, explica José Dolores Aguayo González, el padre “Lolo”, vicario parroquial de San José.“A través del arte sacro queremos mover la devoción de los fieles, suscitar el amor y la fe”.Acólitos y damas de luto preceden a las andas. Un flautista les marca el ritmo mientras uno de los organizadores pide que caminen lento para que no se separen del grupo.Algunas figuras repiten recorrido, como el Señor de las Maravillas y el Señor de Analco. Igual sucede con los garrocheros, quienes van levantando los cables de la luz para que logren pasar.El padre “Lolo” explica que el atuendo de los cofrades tiene su origen en la Edad Media. Usualmente era utilizado en los funerales ostentosos de los nobles, emperadores y señores feudales.Los colores varían para distinguir a las diferentes imágenes que portan y van haciendo penitencia. Son 120; casi la mitad de los 300 participantes de la procesión.Cientos de tapatíos acompañan a las figuras durante su recorrido. Muchos de ellos portan velas, aunque la luz más intensa es la que sale de los celulares desde los que se graba la procesión.Este domingo concluyen las actividades de la Primera Gran Procesión del Silencio y la Vía Dolorosa, con la meta de consolidarse como una de las tradiciones más importantes de la Perla Tapatía.