Sábado, 23 de Noviembre 2024
Jalisco | Por Paty Blue

¡Ah qué rezongadera!

SEGÚN YO

Por: EL INFORMADOR

A pesar de las intempestivas y estrepitosas tormentas sucedidas en los días recientes (sin contar, claro, las políticas) las acaloradas temperaturas no han cedido un ápice y son el detonante más efectivo para que el mal genio haga erupción.

Sé lo agobiante que es andar trepado en un coche sin aire acondicionado y lo duro que cala el sol cuando andamos a pata y sentimos que se nos tuesta la mollera. No ignoro el suplicio de aquéllos que asumen faenas de alto desgaste físico o de quienes las glándulas sudoríparas se les ponen de temporada y no les es posible caminar una cuadra sin que vayan chorreando como acumulador viejo.

Porque lo he vivido y ganas no me han faltado de abofetear a alguien nomás porque el diablo interior se nos alebresta cuando se siente en su ambiente, entiendo que cuando los ambientes se caldean más allá de los 35 grados, nos cargamos una agresividad tan a flor de piel, que hasta las pocas pulgas que tenemos se nos rostizan.  

Empero, si instalarse en la perenne renegadera sirviera de algo, con seguridad me la pasaría yo pujando con fervor por cuanto no me satisface o no he podido conseguir por las buenas, a lo largo de mis muchos años de vida. Si la tarea de invertir ánimo e hígado ayudara a solucionar lo insoluble, nos bastaría con refunfuñar lo suficiente para doblegar las circunstancias de cualquier índole, hasta modificarlas para que dejaran de sernos adversas.

Pero no es así, y si algo me purga el talante y me laxa el buen humor, son los quejumbrosos que no pueden emitir dos enunciados sin que uno de ellos suene a rezongo, cual es el triste caso de mi vecina, la típica e irrefrenable gemebunda, a quien la ardiente temporada le ha instalado el pretexto para ejercitar su deporte favorito: renegar, gruñir y mascullar vocablos impublicables.

Desde que la vi salir a la banqueta, sobándose las sienes y estirándose la ropa, para que el escaso aire de la tarde le circulara por los entresijos, intuí el tópico que desarrollaría después del pujido que acostumbra a manera de saludo. No me equivoqué y, en cuanto lanzó la primera exhalación me apresté a poner en su boca los comentarios que, sin vuelta posible de hoja, de seguro vendrían después.

Así es, le dije sin darle tiempo a repelar, está haciendo un calor endiablado, te acabas de bañar y ya estás sudando, no pudiste dormir porque no aguantabas la cama, te tuviste que acostar en el suelo y se te descuadraron los cuadriles, no te fue posible maquillarte porque se te corre todo, te la has pasado tomando agua todo el día y hasta el hambre se te fue, tienes todas las ventanas abiertas y lo único que entra es el polvo, no das abasto con los cinco ventiladores que tienes, en ninguna época del año sufres como cuando llega el calor y, si tomaras la decisión de irte al otro mundo por mano propia, a nadie extrañaría que lo hicieras en un día como hoy, porque a ti, como a nadie en el resto del planeta, le afectan las candentes temperaturas. Tú eres la única que sientes, la única que sufres, la única que padeces en serio cualquier calamidad. Fin de la charla. Por la mirada con que me bañó, supuse que seguiré sudando su rencor por varias semanas. Pero quién le manda andar de rezongona.
patyblue100@yahoo.com

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