Jueves, 28 de Noviembre 2024
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

(Ab)usos y costumbres

Excederse en sus funciones no es problema mientras sea poquito; ''hay que ser puercos pero no trompudos'', dice el dicho popular

Por: EL INFORMADOR

Aviso de ocasión: Se solicita urgentemente traductor Cantinflas-Español, Español-Cantinflas especialista el lenguaje legislativo, que nos explique qué dice lo que dice el diputado, o si lo que dice, dice lo que dice, o mejor aún, si lo que dijo realmente es lo que dice que dice, o cuando menos tener certeza de si simplemente no sabe cómo salir del atolladero y nos quiere hacer bolas con un galimatías o si de plano no da pa’ más. Interesados, por favor presentarse en el Congreso del Estado, Hidalgo 222, Colonia Centro, C.P. 44100, Guadalajara, con el diputado Marrufo.

Según el líder de la bancada priista Roberto Marrrufo, “son mínimos los excesos de Carlos Corona”. Ahora sí que explíquela don José, como gritaban en el cine, porque un exceso es en principio una cosa grande, que se sale de los límites, que va más allá de lo permitido, un abuso, y uno se imagina cualquier cosa menos que los excesos sean mínimos. Equivale a decir que una mujer está poquito embarazada, que alguien se pasó nomás poquito el alto, o que un juez violó la ley, pero sin traicionar el espíritu. Salud, diputado.

Más allá del cotorreo, el diputado coordinador de la fracción del PRI, que es el líder pero no manda, no tiene ninguna autoridad siquiera para proponer el cambio de Carlos Corona, el secretario general con licencia para excederse, pero nomás poquito; a Corona lo impuso un dedo mayor desde el centro (con Paredes hemos topado, Sancho) y los diputados del PRI pueden seguir haciendo rabietas, pero no lo moverán. Estando todos de acuerdo con que a lo más que puede llegar el diputado Marrufo es llamar a la serenidad al secretario general con atribuciones de administrador único, el problema de fondo es la concepción de la ley que manifiesta en sus declaraciones.

Excederse en sus funciones no es problema mientras sea poquito; “hay que ser puercos pero no trompudos”, dice el dicho popular. La ley es algo que está ahí para acatarse, no para cumplirse. Qué tan grave puede ser que se giren cheques de compra sobre contratos con firmas falsificadas; que existan dos nóminas simultáneas publicadas en internet; que no informe a los diputados (no digamos a los ciudadanos, presuntos dueños de las chequeras que maneja el señor) de los usos del presupuesto; que haga pagos en moneda extranjera cuando la ley lo impide, etcétera. Estos son los excesos del secretario general que el coordinador del PRI considera mínimos.

El Poder Legislativo sigue siendo un hoyo negro. Corona no es el primero ni será el único de los secretarios generales del Congreso que maneje con ese descaro y discrecionalidad nuestro dinero. Lo hizo el anterior secretario panista Alfredo Argüelles, y lo hará el siguiente si no hay un cambio en la ley de acceso a la información del Poder Legislativo.

Esos son los (ab)usos y costumbres de un poder acostumbrado a no dar cuenta de nada ni a nadie.

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