Sábado, 23 de Noviembre 2024
Jalisco | Por: Paty Blue

¡A la madre!

SEGÚN YO

Por: EL INFORMADOR

Aunque nunca está de más desaprovechar la coyuntura que ofrece el 10 de mayo, para saludar y felicitar a quienes ejercen tan homenajeado vínculo (una servidora incluida), la expresión con que intitulo este texto no va precisamente dirigida a exaltar a las progenitoras en su día, ni se trata de una jubilosa salutación o una oda a la excelsitud del oficio que no por noble deja de ser el más ingrato.

Más bien me refiero, con todo el malestar que he venido rumiando y acumulando en tiempos recientes, al punto, destino o locación a donde quisiera enviar a todos aquellos “sanitos” de cuerpo pero enfermos de espíritu que desde todos los puntos del orbe nos han venido convirtiendo en los apestados del planeta.

¿Qué los brasileños y los uruguayos no quieren conceder el honor de distinguirnos con su ocurrencia para disputar, como marca el reglamento, los octavos de final de la Libertadores? ¡A la madre!, que no vengan, que  pierdan por default y se sigan disputando entre sudamericanos su mugre copita pitayera para la que México sólo aporta satisfacción monetaria a sus conveniencias.

No será el de la influenza, pero sí me siento infectada por el nefando virus de la indignación, al enterarme de que ai andan los federativos futboleros locales cabildeando y rogando a Dios porque la augusta decisión de las rejegas escuadras extranjeras nos favorezca y conceda el honor de recibirlos, con la garantía de reducir el número de aficionados previamente bañados, desinfectados y fumigados que asistirán al estadio y de no alinear a Héctor Reynoso, para que no ponga en juego su artillería salival. ¡A la madre!, también, todos esos agachones que nos hacen garras el orgullo que luego buscan detonar con cualquier partido de la Selección Nacional.

¿Qué los argentinos nos han inscrito en su lista de extranjeros indeseables? Pues ¡A la madre!, con todo y sus bifes que nos hacen menos falta que unos hacedores de la política exterior con tamaños, para tomar resoluciones de igual calibre como, digamos, cerrar la puerta a las importaciones cárnicas y meterle un calambre a doña Cristina cuando sus ganaderos, que allá son más bravos que las reses que sacrifican, se le pongan peor que miuras en celo.

¿Qué los haitianos primero se mueren de hambre, antes que recibir nuestra coperacha para subsanar sus carencias? Pues ¡A la madre!, junto con el tratado internacional que nos obliga a la solidaridad con otros países más fregados, pero buenos de influenciados por esa percepción que de nosotros se tiene en el extranjero, y que a nuestras instancias gubernamentales les da por paliar al interior, con mensajes a la nación, dirigidos a una sociedad incrédula de que no se tome la medida de no volver a socorrer, ni con un frijol partido a la mitad, nomás faltaba.

De los chinos, mejor ni hablamos, porque nuestra justa venganza por sus atrocidades xenófobas les haría lo que el viento a Juárez (arriscarle el sombrero, dicen), pero no estaría mal que, si estuviéramos regidos por un estadista de los de a deveras, les cerraran las puertas y puertos a los millones de porquerías (infectadas de sabrá Dios qué bichos) con que nos han inundado.

patyblue100@yahoo.com

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