Miércoles, 16 de Octubre 2024
Jalisco | Vendedores y visitantes abandonan el lugar cuando oscurece

A cualquier hora, perciben inseguridad en el ''Parque Rojo''

Vendedores y visitantes abandonan el lugar cuando oscurece pues aseguran se pone peligroso

Por: EL INFORMADOR

El flujo de transeúntes no significa seguridad, ya que los peatones toman caminos distintos y pocos cruzan el parque. ARCHIVO /

El flujo de transeúntes no significa seguridad, ya que los peatones toman caminos distintos y pocos cruzan el parque. ARCHIVO /

GUADALAJARA, JALISCO (12/MAR/2013).- A él no lo molesten. Sus ojos están inmóviles como los de Venustiano Carranza y Francisco I Madero que, en estatua, resguardan al Parque de la Revolución, firmes sobre Avenida Juárez, esquina con Federalismo. Él, con la ropa rota, está sentado en el jardín y lee un periódico maltratado. El barullo de los jóvenes alrededor no lo molesta.
 
Son grupos de amigos con mochilas a la espalda que parecen usar el parque para pasar su tiempo  libre. Él sigue atento al periódico, resguarda un par de cobijas; así aprovecha la luz de la mañana en un espacio público, en uno igual al que seguramente pasó la noche.
 
Él no desvía su atención a los pasos de los usuarios del Tren Ligero, que salen como hormigueo de la Estación Juárez. Hay paseantes que no entretienen su vista en contemplar los zapatos rotos o la larga barba enredada de él. Hay otros que lo miran desde lejos.
 
Lo observa, por ejemplo, Francisco Hernández, quien frecuenta el parque para descansar y para ver si de paso consigue un cigarro de marihuana. Voltea a verlo José Ángel Ávalos, quien aprovecha el día para vender dulces típicos en el jardín y sin quererlo, le tocan los gritos, casi cada semana, de quienes son víctimas de robo.
 
Él decide irse. Lo ahuyenta el ruido de la podadora de árboles que el Ayuntamiento usa para  mantenimiento del lugar. Se va como Francisco y José Ángel lo hacen cuando oscurece en el Parque Rojo. Se pone peligroso.
 
La misión, caminar por lo "oscurito"
 
La misión es que la joven de los tacones cruce sana y salva un parque de noche. Tarea sencilla si el espacio estuviera libre de peligros. Pero la realidad es distinta.
 
El parque está en el corazón de la ciudad, donde los ciudadanos son indiferentes. Esta mujer tiene que evadir a los jóvenes que se drogan o beben cerveza en lo "oscurito", a los hombres que esperan la muerte en las bancas, a los asaltantes que operan en la zona, a las parejas entretenidas en las caricias y hasta a los insectos que salen de los botes de basura ante la vista de dos héroes de una revolución.
 
Esta escena podría formar parte de un videojuego; pero, no es así, la misión se repite todos los días para la joven de tacones, quien tiene que cruzar el Parque de la Revolución, ubicado entre la avenida Federalismo y la calle Marcos Castellanos y entre Pedro Moreno y López Cotilla.
 
Ahí, también, está la entrada y salida de la Estación Juárez del Tren Ligero, sin embargo, el flujo de transeúntes no significa seguridad, ya que los peatones toman caminos distintos y pocos cruzan el parque, prefieren rodearlo porque de 113 lámparas, sólo 17 funcionan.
 
De no ser por los puestos ambulantes, ubicados en la acera de la calle de Pedro Moreno, habría más oscuridad, ya que los comerciantes colocaron focos en sus comercios para despachar las bolsas de papas o los refrescos. Esa luz es la que aprovecha la joven para cruzar el parque con la esperanza de concluir su misión.
 
Usuarios del parque
 
"Este parque sí está peligroso", resuelve José Ángel Ávalos. Acude diario a trabajar como comerciante y para platicar recuerda dos anécdotas recientes: Hace una semana se escucharon gritos de una muchacha; le arrebataron el celular y hasta patrullas llegaron. Hace quince días había una pareja de hombres acostada en el pasto, se acercó un grupo de jóvenes y aventaron piedras acompañadas de gritos ofensivos por su preferencia sexual. Pero nunca ha visto personas drogarse, comenta José Ángel.
 
Un mes atrás Francisco Hernández estuvo un buen rato acostado en el Parque Rojo y se levantó para tomar el último camión que lo llevaría a su casa. Ya en la parada, se dio cuenta que el dinero se le había salido de la bolsa: no era hora para caminar y tampoco había forma de pagarle a un taxi. Se regresó al parque a pasar la noche. "Pero en ningún rato me dormí, tenía miedo que me picaran", aclara Francisco de esa experiencia. Siempre alerta a quienes se acercaban y escondido cuando su temor le indicaba.
 
El Parque Rojo es punto de reunión para Paulina Flores y sus compañeros de la preparatoria. Se quedan de ver ahí y procuran siempre que sea antes de anochecer. Nunca le ha tocado ver robos, drogas o cualquier tipo de delincuencia en el lugar. Evita la noche ahí, dice que comienzan a llegar personas que parecen que quieren asaltar.
 
EL INFORMADOR / ALEJANDRA PEDROZA Y MAYRA TORRES

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