21 meses… o menos

Los alcaldes de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) pretenden arrancar sus actividades en este recién estrenado 2011 a tambor batiente, como solían decir los antiguos cronistas deportivos. Van contra el calendario, en primer lugar porque sus administraciones serán más cortas que las precedentes, y en segundo porque tienen pretensiones de escalar hacia mejores posiciones en la pirámide del poder y eso los obliga a marcar con su sello el municipio que gobiernan en este año, o perder oportunidades de pasar a la siguiente ronda.

El alcalde tapatío, Aristóteles Sandoval, es quien más complicada tiene la tarea. Sus adeptos aseguran que sigue siendo el puntero en los sondeos de opinión que miden las preferencias entre los políticos con miras a la próxima contienda electoral de 2012, pero esos mismos “aristotélicos” no hablan tanto de lo magro en resultados que ha sido su primer año de gestión y, por si fuera poco, el joven priista tiene el apremio de poner orden en casa, depurando su equipo de trabajo, sacando (y castigando) a quienes hayan incurrido en faltas, colocando en su entorno a personas eficientes y no sólo llenándolo con cuates y cuotas (Manlio Fabio dixit), para que se note la diferencia de 15 años de administraciones panistas.

Su inconcluso compromiso de tener el Centro de la ciudad rechinando de limpio, siendo una mancha notable, resulta menor comparado con los proyectos de gran calado que siguen atorados por distintas razones, como la pavimentación de decenas de las principales calles y avenidas tapatías, o la construcción de un paso a desnivel en el conflictivo cruce de Circunvalación y Ávila Camacho, donde los vecinos quieren replicar la oposición de los de la zona de La Minerva, que frenaron otro proyecto vial. Aristóteles tiene una cuesta muy empinada por remontar y sabe que de ello depende en buena medida su futuro como principal prospecto priista para la gubernatura.

Héctor Vielma, el alcalde de Zapopan, sigue siendo un misterio para propios y extraños. Sólo un pequeño grupo de funcionarios y “asesores” que pululan en su alrededor le conceden un genio para la administración pública que algún día despuntará. La pregunta es si será en estos 21 meses que le quedan a su administración municipal, si es que se queda en el puesto y no brinca a otros horizontes, porque ya pasó un año en el que no se ha visto nada para registrar en la historia zapopana; la candidatura para gobernador se ve fuera del alcance de este próspero empresario, pero en el nuevo PRI todo puede suceder.

La otra carta que tiene en sus manos el tricolor entre sus jóvenes alcaldes metropolitanos es el munícipe de Tlaquepaque, Miguel Castro Reynoso, quien les lleva ventaja a sus correligionarios porque ya gobernó el municipio y sus habitantes lo volvieron a escoger para dirigir sus destinos. Ha oscilado entre lo discreto y lo propositivo, pero además ha sido eficaz en el trabajo gastando suela; ha logrado colocar la imagen de político poco estridente y dispuesto a despeinarse en el barrio, pero sin despegarse demasiado de Casa Jalisco.

A los tres se les nota a leguas que se mueren por dar el brinco en cuanto se abra el juego tricolor. Con lo que han hecho hasta ahora, sus méritos en campaña son más bien pobres. Y el calendario se deshoja.