Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

— “Roma locuta”

Eso decía el proverbio: “Roma locuta, causa finita” (Roma habló, la controversia ha terminado)

Por: EL INFORMADOR

Eso decía el proverbio: “Roma locuta, causa finita” (Roma habló, la controversia ha terminado). La frase se atribuye a San Agustín, al avalar una resolución del Papa Inocencio I (hijo de su predecesor, Anastasio I, lo que demuestra, a la pasada, que el celibato sacerdotal fue una institución tardía dentro de la Iglesia) con respecto al pelagianismo, herejía consistente en negar que el pecado de Adán se hubiese transmitido a su descendencia.

—II—

Ahora se repite la primera frase del refrán. Roma ha hablado. Lo ha hecho para incorporar a sus normas internas “la obligación de los obispos, de denunciar ante la justicia civil todos los casos de sacerdotes acusados de pederastia, según las leyes vigentes en cada país”.

La nueva determinación, interpretada como señal de que el Papa Benedicto XVI está decidido a aplicar soluciones radicales a los casos que en los últimos años se han multiplicado, y han puesto en entredicho la autoridad moral que la Iglesia ha reivindicado con vehemencia desde su fundación, coincide, casualmente, con una penosa entrevista del cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, prefecto emérito de la Congregación para el Clero a CNN en Español.

Penosa, en efecto, porque, lejos de capotear con humildad y valentía el escándalo que se le ha venido encima a la Iglesia, Su Eminencia optó por recoger las piedras y lanzárselas, vía la entrevistadora (Patricia Janiot), a sus acusadores, hasta dar por terminada la entrevista, abruptamente, cuando, a demanda del prelado, la periodista le puso nombre y apellido a un ejemplo de abusos sexuales de sacerdotes: Marcial Maciel... “No le respondo”, fue su última respuesta.

—III—

Bien. Roma ha hablado. El Papa pretende cancelar —al disponer que “se debe seguir siempre la ley civil en lo que respecta a la denuncia de los crímenes a las autoridades apropiadas”— la práctica sistemática de la Iglesia: las indemnizaciones extrajudiciales, en las que se han invertido miles de millones de dólares (donados por creyentes piadosos para obras de caridad; no para comprar impunidades) que han llevado a la quiebra financiera a varias diócesis estadounidenses.

Roma ha hablado. Ya el tiempo dirá si la Iglesia recoge el reto con la valentía que el caso amerita, y hace que se sancionen los crímenes como tales y no sólo como pecados que se lavan con agua bendita y se expían con rosarios. Sólo entonces podrá completarse el proverbio y decir que, en efecto, “la controversia —y el escándalo actual— ha terminado”.

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