— Regidor “Gama”

Uno —¿qué quiere usted...?— se empeña en querer ser respetuoso con el regidor Gamaliel Ramírez. Primero, porque se trata de un funcionario público; es decir —en teoría, al menos—, un ciudadano que ha hecho de la preocupación por sus semejantes una vocación y que trata de hacer oír su voz en beneficio de quienes no pueden dejar oír la suya.
Segundo, porque fue futbolista profesional y ya acusaba, desde entonces, inquietudes que lo hacían diferente de sus camaradas; inquietudes que se tradujeron en que se procurara, por medio de los estudios, una preparación superior a la normal en el medio futbolero. Tercero, porque ese mismo sentimiento de respeto debería ser, bien pensado, la premisa básica del trato con todos los prójimos.

—II—

La más reciente ingeniosidad —que no la última, probablemente— del singular personaje (al que quedaría a la medida la definición que Octavio Paz hiciera de Carlos Monsiváis: “No es un hombre de ideas: es un hombre de ocurrencias”): su propuesta, en el pleno del Ayuntamiento de Guadalajara, porque éste, aprovechando que sobra el dinero, que ya no hay rezagos históricos que resolver en materia de servicios y que hay una coyuntura que parece propicia, saque unos millones de pesos de las arcas públicas y los invierta... en la compra del Atlas.

Sus argumentos: convertir al equipo en un símbolo de identidad de Guadalajara; aprovechar en beneficio de los ciudadanos las utilidades económicas que el equipo genere... y acrecentar las posibilidades de que vuelva a ser campeón un equipo que ya cumplió 60 años —y los que aún faltan...— sin serlo.

Gamaliel sabe de futbol. Sabe, por tanto, que el símbolo de identidad de Guadalajara es (y sólo puede ser), por obvias razones... el Guadalajara. Sabe que el futbol cuesta más de lo que deja; es decir que no es negocio... Sabe de política; sabe, por tanto, que si de malos empresarios se trata, el Gobierno se lleva la medalla de oro... Gamaliel conoce bien al Atlas. Sabe muy bien, en consecuencia, que si se tiene la aviesa intención de asegurarse de que los rojinegros nunca más vuelvan a probar las mieles de un título, una fórmula infalible sería... poner su suerte en manos del Gobierno.

—III—

Uno —decíamos al principio— se empeña en querer respetar al regidor Gamaliel Ramírez... Pero, ¿qué demonios puede hacer para lograrlo, si él se empecina en que se le pierda el respeto...?