Jueves, 28 de Noviembre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

— Perogrullada

“¿Y cómo va a transportarse la gente el día que su automóvil no esté autorizado para circular...?”

Por: EL INFORMADOR

En Guadalajara, por lo visto, “no hemos aprendido nada...”.

A falta de noticias propiamente dichas —quienes de ordinario las generan, de tiempo en tiempo nos hacen el favor de permitirnos vivir unos días por nuestra cuenta: casi como si fuéramos adultos—, hay declaraciones. (El silencio, por lo visto, es virtud privativa de los poetas muertos... y de los políticos descontinuados).

—II—

Declaraciones como las que probablemente permitirán al presidente municipal de Tlaquepaque, Miguel Castro Reynoso, presentar un recibo de honorarios por trabajar horas extra, apareciendo ante los medios mientras sus homólogos, camaradas y achichincles, alejados del mundanal ruido, honran el derecho al ocio fecundo y creador. Declaraciones en el sentido de que presentará, en cuanto haya en el Congreso quien se la reciba, una iniciativa que —supone— levantará ámpula: implementar en Guadalajara y municipios conurbados, el programa “Un Día Sin Auto” que desde hace muchos años se aplica —con resultados bastante discutibles— en el Distrito Federal...

En la exposición de motivos, hay dos básicos. Uno: 80% de la contaminación en la ciudad es generada por el automóvil particular. Dos, la aplicación del programa se traduciría, “ipso facto”, en la reducción de 10% o 20% ciento de las emisiones de gases tóxicos... En teoría, un razonamiento plausible. En la práctica, a la vista de que los automóviles particulares (antaño una bendición, hogaño una maldición) se han multiplicado precisamente por la falta de un sistema de transporte colectivo acorde a las necesidades de la población, faltaría la respuesta pertinente a la pregunta inevitable: “¿Y cómo va a transportarse la gente el día que su automóvil no esté autorizado para circular...?”.

La respuesta que hubo en el Distrito Federal, en su momento, para esa pregunta, fue elemental, casi perogrullesca: “¡Pues en otro coche...!”. Quien pudo, pues, se compró otro vehículo: barato y viejo (especialmente contaminante, por tanto), de preferencia... y lo puso a circular, no un día de la semana, sino seis. De donde resultó una paradoja de factura inconfundiblemente mexicana: que el supuesto remedio —el programa “Un Día sin Auto”— resultara peor que la enfermedad.

—III—

Guadalajara, pues, no sólo ha sido incapaz de aprender de los errores que de manera sistemática se han cometido en el Distrito Federal, para tratar de evitarlos. Por el contrario: ha buscado —con celo digno de mejor causa— los pedruscos en que los capitalinos se han tropezado... para tropezarse, a su vez, con ellos.

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