— ''Perdieron''

Advierta la diferencia: la semana pasada, contra Francia, “ganamos” (primera persona de plural: nosotros); ayer, contra Uruguay, “perdieron” (tercera persona de plural: ellos).

¿Qué le vamos a hacer?...: así somos. “Genio y figura...”, como reza el adagio.

—II—

Ayer, mientras los mexicanos “perdían”, de otra plaza sudafricana llegaba, simultáneamente, la información de que Francia (casualmente, la misma frente a la cual “las armas nacionales se cubrieron de gloria”, para que Javier Aguirre mereciera la correspondiente estatua ecuestre al lado de la del general Ignacio Zaragoza, héroe de la Batalla de Puebla) se enfrentaba a Sudáfrica —cuyo único mérito para estar en el Mundial fue haberse apuntado como el primer país africano que se atreve a ser anfitrión del mismo—... y también perdía.

El hecho aporta la premisa menor necesaria para sacar conclusiones diferentes a las de la semana pasada, en plena borrachera por la victoria sobre las piltrafas que mancillaron, vistiéndolas, las camisetas de la selección campeona de 1998 y finalista de 2004: a la selección francesa que al “ganar” el boleto para Sudáfrica merced a una victoria injusta e ilícita —vocablos afines, pero no sinónimos— sobre Irlanda (con el gol precedido de una chapucera mano de Thierry Henry), cubrió de rubor y de vergüenza a los aficionados honestos de la patria de Víctor Hugo y de Voltaire, casi cualquier hatajo de minusválidos la humilla.

—III—

Al margen de las disertaciones sociológicas y de las hipótesis antropológicas a las que dio lugar la victoria de la semana pasada (la supuesta irrupción de una “nueva generación de mexicanos” —la del “Ya se pudo”, según la frase que Javier Aguirre proclama con tanta convicción como el “Chicharito” Hernández la de “Haz sándwich”—, mejor equipada mentalmente que las de sus ancestros, libre de atavismos y de complejos de inferioridad), lo sucedido ayer tiene que aceptarse como una invitación a replantear conceptos, por una parte... y a recordar, por la otra, que “una golondrina —el triunfo sobre una selección francesa irreconocible, lamentable: ‘pour le chat’; es decir, ‘pa’l gato’— no hace verano”.

Todo eso, por supuesto, porque la única manera de regresar al nirvana de felicidad plena y optimismo a tope en que este país vivió desde el jueves hasta ayer, consistiría en vencer, el domingo, a Argentina: algo que 98 de cada 100 mexicanos consideraba, “desde endenantes” —y no por complejo de inferioridad sino por conciencia de lo mismo—, una misión imposible...