Domingo, 24 de Noviembre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

— “¿Final feliz...?”

Decir que “llegaron a un acuerdo” las partes enfrentadas en una ríspida guerra de declaraciones y en grotescas manifestaciones en que la “comunidad universitaria” traspuso sistemáticamente, sin el menor pudor, los límites de la mesura

Por: EL INFORMADOR

Dedicar al último capítulo de la tormentosa telenovela que durante varios meses protagonizaron el Gobierno de Jalisco y la Universidad de Guadalajara, a manera de colofón, la consabida frase de “final feliz”, denota, por una parte, pereza mental, lo que resulta simplemente lamentable; por la otra, un olímpico desprecio por la verdad, lo que resulta preocupante.

—II—

Decir, como se dijo en su momento, que “llegaron a un acuerdo” las partes enfrentadas en una ríspida guerra de declaraciones y en grotescas manifestaciones en que la “comunidad universitaria” traspuso sistemáticamente, sin el menor pudor, los límites de la mesura, en agravio de la persona del Gobernador del Estado y en menoscabo de los derechos de infinidad de terceros a raíz de las casi cotidianas protestas frente a Casa Jalisco, es, para decirlo en román paladino, mentir de manera inicua. Si aún en vísperas del supuesto “acuerdo” había habido vehementes expresiones de la cerrazón de unos y otros, haría falta un candor rayano en la estulticia para aceptar que los corazones de los beligerantes se rindieron ante los mensajes de moda por esos días: “Paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad”.

Lo medular, por lo demás, estriba en que no se trataba de un estira y afloja entre los ciudadanos Emilio González Márquez y Marco Antonio Cortés Guardado (usted decida, lector amable, si alguno merece equipal en La Esquina de los Técnicos... o si ambos lo comparten en la de los Rudos), por las reticencias del primero para entregar dinero de su peculio personal al segundo. La disputa se centraba en asignaciones presupuestales: es decir, en dinero procedente del bolsillo de los contribuyentes, con respecto al cual, a raíz de los soberabundantes dimes y diretes, quedaron sembradas serias dudas sobre la pulcritud de su ejercicio.

—III—

Genuino o inducido, sincero o hipócrita, espontáneo o decidido “desde muy arriba”, el gesto (en que ni la Universidad de Guadalajara consiguió las aportaciones que “exigía” a gritos y sombrerazos, ni el Gobierno del Estado aprovechó para establecer un mecanismo creíble de fiscalización sobre el manejo de esos recursos) sirvió para ocultar la basura debajo de la alfombra. Punto...

Cualquier otra cosa que se diga —incluido, como ya se apuntó, lo de “final feliz”...— se limita a ser un eufemismo (“manifestación suave o decorosa de ideas cuya franca expresión sería sucia, dura o malsonante”) de los que abundan en los nauseabundos meandros de la política.

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