— Es capciosa...

El periodista, para su desgracia, es esclavo de los hechos. Así, aunque quisiera asumir, ocasionalmente, para efectos de la estatua que ciertamente no verán los tiempos venideros, adoptar una postura grave y asumir un tono circunspecto, la maldita realidad se empecina en impedírselo. ¿Qué le vamos a hacer...?

—II—

Caso concreto: el anuncio de que el gobernador de Jalisco se apuntó para solicitar para el Estado de los hombres cabales y las mujeres bonitas la sede de la Agencia Espacial Mexicana, suscitó en el vulgo necio algunos comentarios no exentos de una dosis de ironía rayana en la falta de respeto. Recrearse en ellos sería hacerles el caldo gordo a los majaderos. Es mejor, por ende, enfocar el asunto por el ángulo que le dio algún sector de la prensa (“La Jornada Jalisco”, IV-28-10): la declaración del susodicho, en el sentido de que “no se partirá de cero” si el Gobierno federal da el visto bueno para la creación de la Nasajal. Y la prueba al canto: “Actualmente se construyen en el Estado partes para satélites de comunicación, y en el pasado se construyó el avión ‘El Espíritu de San Luis’, el primero que voló de Nueva York a París”.

Alguien dirá que la aseveración es falsa. Aportará los datos en que coinciden todas las enciclopedias: el avión en que Charles Lindbergh hizo el primer vuelo sin escalas entre París y Nueva York, se construyó en San Diego, California (no confundir con San Diego de Alejandría, Jalisco). Sin embargo, es posible que la tarjetita que sus achichincles le pasaron al Ejecutivo aludiera a otro “Espíritu de San Luis” que también voló de París a Nueva York... pero con escalas, y con respecto al cual los historiadores, por pura envidia, han sido, de manera deliberada, omisos...

Además, la declaración que da pie a este comentario es, si se analiza bien, impecable. La primera parte, porque es cierto que “actualmente se construyen en el Estado partes —tarjetas de computadora, para ser exactos— para satélites de comunicación”. Y la segunda, porque es incuestionable que “en el pasado se construyó el avión...”, etcétera. ¿O no...?

—III—

Vaya: es como cuando preguntan “¿Cómo se llamaba el Presidente de la República en 1980?”... Hay dos respuestas. La ruda: José López Portillo. Y la técnica: Felipe Calderón Hinojosa (porque en 1980 ya se llamaba así)...

Por desgracia para nuestros amados próceres, hay gente negada para las capciosas. Qué remedio.