Lunes, 25 de Noviembre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

— ¿Dos...?

¿Conseguir que los estudiantes dominen dos idiomas, señor rector?... Con toda franqueza, ¿no le parecen demasiados...?

Por: EL INFORMADOR

Parecía, a primera vista, una nota —que no precisamente noticia, aunque ocupara un lugar en el periódico— recurrente. Rutinaria. “De cajón”, digamos...  Hermanita carnal de las que debieron haberse publicado cuando asumieron sus cargos, por ejemplo, lo mismo el rector de La Sorbona que el ministro de Educación del país que se prefiera, o la directora de cualquier academia de corte y confección —si es que aún existen— sobre la faz de la Tierra...

—II—

“Me comprometo a mejorar el nivel de educación de los alumnos”, declaró también —palabras más, palabras menos—, al asumir como rector del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas de la Universidad de Guadalajara, Tonatiuh Bravo Padilla. Sin embargo, más allá de las buenas intenciones en abstracto, el flamante rector se planteó una meta específica: que “cada uno —de los alumnos, se entiende— deberá dominar dos idiomas”.

“Bien —pensaría cualquiera—: en este mundo cada vez más globalizado, no sólo parece razonable, sino elemental que los universitarios tengan entre sus herramientas el conocimiento, a nivel de suficiencia, de una segunda lengua, además de la materna”.

El rector lo dijo claramente: “Dominar”. En el caso de un idioma, dominarlo significa tener la aptitud de entenderlo y la capacidad de expresarse correctamente en él, tanto verbalmente como por escrito.

Ahora bien: el rector habló de “dos idiomas”. La declaración, obviamente, presupondría el “dominio” de la lengua materna: el español, en el caso. Sin embargo, aun dicho presupuesto se antoja aventurado. Si la experiencia, en jornadas como el “Día del Libro”, demuestra que en el simple ejercicio mecánico de la lectura, entendida simplemente como juntar las letras, son minoría quienes pueden hacerlo sin que la lengua se les enrede; si los exámenes realizados, a nivel de preparatoria, demuestran que la mayoría de los estudiantes mexicanos son incapaces de comprender y recordar un texto; si los mensajes que los jóvenes intercambian a través de las popularísimas “redes sociales”, son eficaces en la medida en que les permiten comunicarse, pero de ordinario hacen cera y pabilo con la ortografía, la sintaxis y la sindéresis —es decir, la capacidad natural para juzgar correctamente—, y dichos mensajes son, vía de regla, sistemáticos y flagrantes atentados a la gramática, la conclusión cae —salvo prueba en contrario— por su propio peso...

—III—

¿Conseguir que los estudiantes dominen dos idiomas, señor rector?... Con toda franqueza, ¿no le parecen demasiados...?

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