Martes, 22 de Octubre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

— Como el “cuetero”

El oficio de gobernar tiene una similitud con el de lanzar cohetes en las ferias: truenen o no truenen, el ritual ordena que al “cuetero”

Por: EL INFORMADOR

También hay que decir —intentemos ser justos— que el oficio de gobernar tiene al menos una similitud con el de lanzar cohetes en las ferias pueblerinas: truenen o no truenen las chinampinas, el ritual ordena que al “cuetero” se le silbe. Cualquier otra cosa iría en detrimento de su autoestima... y en menoscabo del prestigio del gremio.

—II—

Viene al caso lo anterior por las críticas, sacudidas al árbol genealógico, reconvenciones y similares, que por estas fechas se dedican a las autoridades municipales de Guadalajara, merced a los contratiempos, equitativamente distribuidos entre toda la población, ocasionados por las obras de repavimentación —y no sólo el consabido “bacheo”— que se realizan contra-reloj, porque la consigna consiste en ganarles la carrera a las lluvias, en algunas calles de la ciudad.

La tarea resultaba imperativa e impostergable. Imperativa, porque el diagnóstico acerca del envejecimiento de los pisos en la mayoría de las vialidades urbanas, se había hecho desde hacía 25 años, por lo menos; si no se actuó en consecuencia, fue porque los gobernantes de entonces fueron más ingeniosos para esgrimir el pretexto (“habría que invertir en ello todo el presupuesto del trienio”, alegaban) que para poner manos a la obra. E impostergable, porque Guadalajara se juega lo que le queda de prestigio internacional —que lo tuvo, ciertamente— a una sola carta: la imagen que se llevarán los visitantes que acudan a los Juegos Panamericanos. Y como éstos arrancarán unos cuantos días después del cerrojazo oficial del temporal, el asunto de la reposición de los pavimentos había que “posponerlo —como dijo el pariente—... para ayer”.

—III—

El inevitable precio de los atascos viales, con las consiguientes incomodidades, había que pagarlo de cualquier manera. En consecuencia, se antoja proponer a la consideración de lo que los taurinos llaman “el respetable”, la conclusión de que las contrariedades actuales, derivadas de la impotencia por encontrar el paraíso de las rutas alternas que realmente funcionen como tales, encontrarán su compensación —hasta donde es posible augurarlo en el atroz anticipo del Purgatorio que es vivir en una pestilente selva de concreto— en tiempos venideros, cuando serán menos las recriminaciones a la autoridad porque las lluvias dejan a las calles de la ciudad convertidas en una ruina... y al prestigio de los gobernantes, de paso,  como palo de gallinero.

...De que por esta vez, en suma —¡aunque ni Ripley lo crea...!—, se hicieron bien las cosas.

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