Martes, 26 de Noviembre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

— Cachucha nefasta

Ya se ha dicho que si los diputados, en general, cobraran su “dieta” (eufemismo por salario) en función de su productividad o su preparación para el cargo, habría que pagarles el sueldo mínimo... y que den las gracias

Por: EL INFORMADOR

Ya se ha dicho que si los diputados, en general, cobraran su “dieta” (eufemismo por salario) en función de su productividad o su preparación para el cargo, habría que pagarles el sueldo mínimo... y que den las gracias. Cuando don Efraín González Morfín —uno de los padres fundadores del viejo PAN (con mayúsculas), precursor del actual, que en muy poco tiempo aprendió de qué lado del pan (con minúsculas) está la mantequilla— sostenía que poner el Gobierno en manos de ineptos y deshonestos era condenar al pueblo “a muchas tonterías y muchas injusticias”, demostraba que si decía que la burra era parda, era porque traía los pelos en la mano.

—II—

Lamentable —pero muy actual... y muy cercano— botón de muestra: a últimas fechas se ha insistido en que la obesidad es uno de los mayores problemas de salud pública en México. Aunque Botero (apologista de la silueta rechoncha) se infarte y aunque a Rubens (ídem) le den retorcijones en la tumba, identificar gordura con salud es una falacia. La obesidad es un factor predisponente a enfermedades mortales: diabetes, hipertensión, cardiopatías...

El asunto es grave. Amerita, desde luego, legislar al respecto. Justifica, por tanto, que ya se proyecte hacer obligatorio un receso en los horarios escolares para tomar un refrigerio y otro para la educación física, e incluso que en algunos estados —Colima, sin ir más lejos— se haya prohibido la venta de los llamados “alimentos chatarra” en las tienditas de las escuelas.

Sin embargo, promover, como sucedió en Jalisco, una iniciativa, como la que presentó el diputado Raúl Vargas López, que elevaba al rango de delito el que los padres de familia “permitan” el sobrepeso de los infantes y proponía penalidades de tres a seis años de cárcel a los reos de tan abominable crimen, denota una ciencia jurídica que no va mucho más allá de haber oído decir —y asumido como dogma, por supuesto— aquello de “muerto el perro, se acabó la rabia”.

—III—

El diputado Vargas López (que es, además..., ¡médico pediatra!) trató de sacar el choclo, después de haberlo metido hasta la ingle, cuando apuntó que había que “matizar” la iniciativa que planteó...

Por vía de mientras, queda abierta la hipótesis de si el simple hecho de ponerse una cachucha —simbólica— de diputado, no le desconchinfla la neurona (“If any”, diría don Daniel Cosío Villegas...) hasta al más sensato de los mortales y al más circunspecto de los profesionistas.

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