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Faltan 284 días para que arranquen los XVI Juegos Panamericanos de Guadalajara-2011... y faltan 302 días (18 más: los que transcurrirán desde la inauguración hasta la clausura) para que empiece a despejarse la incógnita de si serán de alguna utilidad para la ciudad y sus habitantes.

—II—

Se supone que los principales obstáculos para que los Juegos pudieran realizarse, ya quedaron superados.

1.- Al decidirse construir la Villa Panamericana en “El Bajío”, a tiro de piedra del flamante estadio de las “Chivas”, se subsanó la grave imprevisión del proyecto original: alojar a los atletas en los edificios que tentativamente se construirían en los alrededores del Parque Morelos, con la ilusión de que posteriormente sirvieran para iniciar el repoblamiento y la regeneración de un Centro Histórico cada vez más abandonado, degradado y ruinoso, fue una ocurrencia a la que los números pusieron en su lugar: el extenso catálogo de las buenas intenciones. La solución que se encontró abre, en consecuencia, dos incógnitas: una, la funcionalidad urbanística de la Villa Panamericana después de los Juegos; su viabilidad financiera; la posibilidad de que sea más solución de carácter habitacional que nuevo problema vial y ecológico; otra, la salida que las autoridades estatales y municipales encuentren para dar uso a los predios que se adquirieron, con dinero del erario, en nombre de un capricho, a precios superiores a su valor comercial.

2.- Al construirse el Estadio de Atletismo para los Juegos en los terrenos de “La Curva” y al invertirse una cantidad importante de fondos federales y estatales en instalaciones deportivas, se supone que se subsanó un déficit acumulado de varios años que Guadalajara tenía en esa materia. Ya el tiempo dirá cuáles de esas instalaciones, en efecto, se agregan a los activos de la ciudad al servicio de una forma sana del empleo del tiempo libre de sus habitantes, y cuáles se agregan a la extensa lista de “elefantes blancos” construidos con dinero del pueblo.

—III—

Ya el tiempo dirá, en fin, si hay concordancia entre el costo millonario de los Juegos y el beneficio social que dejen... o si se cumplen los temores de que los Panamericanos de Guadalajara serán como las fiestas de 15 años de las familias pobres, que dejan menos alegrías que deudas y problemas. Si esto último sucede, se dirá que Salvador Díaz Mirón ejercía más como profeta que como vate cuando aseguraba que “Nadie tiene derecho a lo superfluo mientras alguien carezca de lo estricto”.