Lunes, 25 de Noviembre 2024
Jalisco | Entre veras y bromas por Jaime García Elías

- La profecía

Vivamos ya los tiempos felices de 'administrar la riqueza'

Por: EL INFORMADOR

Del estadio de las “Chivas” podría decirse lo mismo que de cierta marca de whisky: “Parece caro; lo es”.

-II-

Se dirá que la ocasión lo amerita: que una cosa son partidos “históricos”, como el de la inauguración, ante el Manchester United (al que se calificó, para efectos de mercadotecnia, como “el mejor equipo del mundo”, en detrimento de los méritos realizados en la cancha durante la última temporada por el Inter de Milán, pero en aval, por otra parte, de la veracidad del aforismo de Ambrose Bierce: “Todo panegirista es un calumniador”), o como el del próximo miércoles, ante el Internacional de Porto Alegre, en la fase de ida de la final de la Copa Libertadores), y que otra cosa serán los partidos normales del campeonato.

Lo cierto es que los precios de las localidades para el primer partido oficial en el nuevo estadio volverán a ser desproporcionadamente más altos que los que aplican de ordinario en el ahora vetusto Estadio Jalisco. Para el Atlas-Necaxa del sábado, los boletos fluctuaron entre los 60 y los 180 pesos; para el Guadalajara-Internacional del miércoles, los precios fluctúan entre los 400 y los mil 200 pesos.

Cuando se inauguró el Estadio Jalisco, en 1960, el Ayuntamiento establecía las tarifas para el futbol y, en general, para todos los espectáculos. Los precios fluctuaban entre los cinco y los diez pesos. En partidos extraordinarios —los correspondientes a los Pentagonales internacionales de fin de temporada o los “días del club” que se autorizaban una vez al año—, los precios de entrada, a lo sumo, se duplicaban.

Puesto que la paridad del peso con el dólar —sin reparar en que desde entonces se le quitaron tres ceros a la moneda nacional— casualmente, era similar a la actual, los boletos más caros, antaño, difícilmente costaban el equivalente a dos dólares. Otro parámetro serían los salarios mínimos oficiales: el boleto más caro para un partido normal, en el Estadio Jalisco, cuesta poco más de tres días de salario mínimo; el más barato en el feudo de las “Chivas”, más de una semana; el más caro, más de veinte días.

-III-

Ante esa realidad, y a la vista de que los aficionados, sin reparar en los precios, se arrebatan los boletos, es probable que se haya cumplido, sigilosamente, la célebre profecía del ex Presidente José López Portillo, y que, sin darnos cuenta, vivamos ya los tiempos felices de “administrar la riqueza”.

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