Sostiene el artefacto mortífero entre sus palmas. Rechaza tanto los vítores que resuenan en la plaza Wathba, al centro de Bagdad, que no vacila. Haizam desahoga su adrenalina en el gatillo de su AK-47 y atina en siete objetivos.Encapuchados dispersos entre la multitud escalan hasta su posición para responderle con el mismo resentimiento enardecido. El 12 de diciembre quemaron el hogar de Haizam con él dentro.Su piel carbonizada recibió después 16 puñaladas. Pasearon los restos por el suelo hasta colgarlos por los tobillos en un semáforo "para que sirva de lección a todos los que quieren matarnos", sentenció uno de los enmascarados que le arrebataron la vida al pistolero de 17 años.Algunos iraquíes llegan a pensar que eventos semejantes pueden culminar con la mejora de las condiciones económicas y sociales a pesar de vivir ya más de una década inundada de sangre, emergida del resentimiento.Iraq termina 2019 con índices positivos en lo macro, pero negativos para los bolsillos. El petróleo representa entre el 85 y 90 por ciento de los ingresos del país y se esperan 79 mil millones de dinares obtenidos por exportaciones del hidrocarburo (unos 66 mil millones dólares).Aunque su Producto Interno Bruto crecerá en 4.6 por ciento de acuerdo con el Banco Mundial, el presupuesto público destinó para este año su 75 por ciento para cubrir los salarios de los burócratas. Sólo 25 por ciento fue destinado a inversión social y servicios.Desde que cayó el régimen de Saddam Hussein en 2003, el sector público se ha engrosado en paralelo. El ciudadano iraquí sobrevive a una tasa de desempleo del 11 por ciento, con un cuarto de sus vecinos en la pobreza y más de un tercio de jóvenes sin empleo, detalla la Oficina Central de Estadísticas de Bagdad.Para el doctor Alfredo Jalife Rahme, Iraq quedó "destrozada" desde la invasión de Estados Unidos en 2003 y su crisis se ha acentuado por la permanente disputa entre Washington e Irán por controlar sus territorios.Está entre los 31 países que sufren inseguridad alimentaria, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), acentuada recientemente por la prohibición del cultivo durante el verano de 2018 de arroz y maíz amarillo.Los gobiernos ubican al país en el lugar 168 de 180 entre las naciones más corruptas del mundo, de acuerdo a Transparencia Internacional.En suma, la inseguridad iraquí sigue latente. El especialista en Medio Oriente Tarik Zeraoui estimó que este año no ha sido muy distinto a los anteriores, pues el país resintió los inicios de un replanteamiento estratégico del Estado Islámico (EI) tras la muerte de su líder, Abubaker al Bagdadi.La sociedad ha vivido en guerra desde los años 80 con Irán, en los 90 con Kuwait, una intervención estadounidense y la violencia desatada por el EI. Por ello, aunque tienen riqueza petrolera y agrícola, "la gente está harta de que se involucren en sus asuntos", explicó el doctor Moisés Garduño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) a Notimex.Desde el año pasado, 18 mil vecinos de Basora, la segunda ciudad más grande del país, intoxicados por beber agua contaminada, decidieron protestar en las calles.Profesores y estudiantes universitarios estuvieron convocando a los ciudadanos a reclamar "pan, trabajo, libertad y transparencia". Pero no fue hasta el 1 octubre de este año que ciudadanos de todos los sectores iniciaron las protestas masivas en Bagdad contra la corrupción, el desempleo, la degradación de servicios públicos y el gobierno del dimitido primer ministro Adel Abdul Mahdi.Aunque estas comenzaron en el centro, se han extendido a varias provincias del sur y norte, pues pese a su autonomía sustentada en la Constitución de 2005 comparten que los enemigos "son los mismos en todas las regiones", explicó Garduño."Hay una unidad de carácter patriótico. Al ver al Estado totalmente frágil, deslegitimado, corrupto e inservible, a la sociedad no le importa en qué zona está, sino sólo unirse porque esto les afecta en todas las zonas", precisó el académico."Que la ciudad obrera y chiíta de Basora haya iniciado las protestas contra el régimen capitalista chiíta del país, muestra la falacia de las 'guerras religiosas' y hasta qué punto el factor económico determina los levantamientos populares", comentó la exiliada iraní en España Nazanín Armanian al blog Punto y Seguido.Los manifestantes han bloqueado carreteras y la zona verde donde se ubican edificios y embajadas gubernamentales, resistiendo enfrentamientos, municiones reales, de goma, gases lacrimógenos y diversas armas. Algunos avanzan hacia las granadas para neutralizarlas o devolverlas jurando que "sólo nos iremos en ataúdes".La represión se ha acentuado particularmente porque los manifestantes han impedido el paso al sur para frenar la operación de campos petroleros como el de Nasiriya, Garraf y Subba, que en conjunto alcanzan una producción de 200 mil barriles por día (bpd), pues consideran que los recursos del "oro negro" deberían destinarse a mejorar los servicios públicos.Aunque se ha frenado el traslado de 30 mil bpd de crudo pesado desde el campo norteño de Qayyarah y exportado por Khor al-Zubair, el Ministerio de Petróleo informó a principios de diciembre que se registraron más de tres millones de bpd exportados en octubre y que, contrario a lo que buscan los manifestantes, la cifra en noviembre aumentó en 500 mil bdp.Dentro de las revueltas también han incendiado el consulado iraní en la ciudad de Najaf, reemplazando previamente la bandera de ese país por una iraquí. La diplomacia de Teherán ha exigido "acciones decisivas" mientras que el gobierno de Iraq impuso un toque de queda en dicha ciudad y condenó la acción por buscar "dañar las relaciones históricas" entre ambas naciones.Sin embargo, Tarik Zeraoui, profesor de la Universidad Iberoamericana, estimó que todos estos elementos "difícilmente son puntos sólidos para unificar al país", pues la lucha contra la corrupción no agrupa y "cada quien se hace cargo de su propia seguridad como los kurdos que tienen la milicia peshmerga y los suníes que han preferido vivir bajo el gobierno del EI que en un gobierno chiíta.Consideró necesario cuestionar si el modelo de Estado nación funciona en países como Iraq, así como si existe un posible sentimiento iraquí, "habría que preguntarle al kurdo si se siente iraquí por encima de kurdo por su identidad iraquí, o si tiene mayor identidad con el kurdo sirio que con sus connacionales".A pesar de estimar interesantes las movilizaciones iraquíes del año, Zeraoui subrayó que "eso no necesariamente significa que el país terminará por unificarse […] porque la justicia es sectaria, incluso hay quienes se han beneficiado de las invasiones […] pero la movilización nos puede dar la ilusión de que la población iraquí se encuentra unificada".Han transcurrido dos meses con veinte días desde que la inestabilidad social, política y económica del país se ha acrecentado. No hay día en que los medios locales, regionales e internacionales actualicen la cifra de muertos y enfrentamientos.Las plazas seguirán repletas de manifestantes a pesar de la renuncia del primer ministro Abdul Mahdi, pues siguen sin responder al resto de sus demandas y los nombres que suenan para suceder al mandatario generan rechazo porque son respaldados por grupos políticos tanto de influencia iraní como estadounidense.En 2020 debemos seguir de cerca qué ocurre con Kurdistán, cómo regresa el EI, y "no creo que a Iraq le esperen cambios realmente impactantes porque no hemos tenido esto en más de 10 años", pues "la invasión de 2003 terminó por romper lo que de por sí ya estaba roto desde el inicio y esto ni con resistol o movilizaciones va a solidificar a un país que, desde su origen, está fragmentado", concluyó el doctor Zeraoui.Durante la primera mitad de 2020 veremos una recomposición política y posiblemente la petición de una nueva constitución. "La fuerza popular sirve para algo, ya consiguieron la renuncia de Mahdi", luego de presionar al ayatolá Alí al-Sistani, que también tendrá un gran papel el próximo año porque "la gente acata todo lo que él dice […] es un gran juez, el poder detrás del poder", subrayó Garduño.Hasta el 3 de diciembre, la Misión de Asistencia de Naciones Unidas para Iraq informó que al menos 414 personas murieron y más de ocho mil han resultado heridas desde el 1 de octubre. Situación en crecimiento luego de que en las últimas semanas se ha realizado una "campaña letal y cada vez más intensa de acoso, intimidación, secuestros y homicidios deliberados de activistas y manifestantes", reportó Amnistía Internacional.En comunicados, grupos que lideran las movilizaciones se han pronunciado por transparentar los ataques letales de personas "no identificadas" que, mezclados entre las multitudes, han apuñalado o herido a sus compañeros y se deslindan de ese tipo de asesinatos pues "desprestigian la legitimidad del movimiento". Afirman que Haizam, de 17 años, linchado y colgado en un semáforo de la plaza Wathba el 12 de diciembre, es responsabilidad de "los infiltrados" apoyados por Irán.Estados Unidos ha condenado "ataques contra las bases con tropas estadounidenses perpetrados por grupos apoyados por Irán", además de imponer sanciones a militares iraquíes que, a juicio de Washington, son respaldados por Irán que buscar interferir en el proceso de formación de un nuevo gobierno.En respuesta, Alí Sistani, líder chiíta, pide que las manifestaciones no sean una "injerencia extranjera" para el nombramiento del nuevo gobierno.Estas posturas hacen inevitable caer en la dicotomía reduccionista entre quienes consideran las movilizaciones de este año como una "injerencia norteamericana" para apresurar a Irán respecto al nuevo acuerdo nuclear con Washington, y los que estiman un auténtico movimiento nacionalista en Bagdad.En paralelo, la máxima expresión de la barbarie en Medio Oriente, influenciada por otras naciones o no, hace que la marea de sangre no frene.JM