WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS (15/OCT/2016).- Tres de los discursos remunerados de Hillary Clinton para el banco Goldman Sachs fueron divulgados este sábado por el sitio WikiLeaks, poniendo en evidencia vínculos nada elegantes entre el Partido Demócrata y uno de los mayores actores de Wall Street en la recta final de la carrera hacia la Casa Blanca.La campaña de Clinton no cuestionó la autenticidad de las notas divulgadas, que eran parte de una enorme cantidad de documentos pirateados por WikiLeaks al jefe de campaña del exsecretario de Estado, John Podesta.El equipo de Clinton culpó al gobierno ruso del pirateo, una opinión compartida por el gobierno estadounidense, y acusó al sitio que divulga desde hace años documentos oficiales de intentar ayudar al rival republicano de Clinton, Donald Trump.Entre otros asuntos, la exprimera dama ofrece en esos discursos sus opiniones sobre regulaciones financieras, sobre las relaciones con el presidente ruso, Vladimir Putin, y los efectos negativos de una divulgación anterior por WikiLeaks de documentos sobre la política exterior de Estados Unidos.Las observaciones de Clinton no son completamente opuestas a las que expresa en público sobre los mismos temas, pero su estilo puede parecer mucho más crudo.En una exposición de octubre de 2013 para Goldman Sachs, sugirió que "por razones políticas" hay que hacer algo para frenar los abusos en Wall Street."También había una necesidad de hacer algo por razones políticas; cuando se es un miembro electo del Congreso y la gente en tu circunscripción está perdiendo empleos y se cierran empresas y todos en la prensa están diciendo que es culpa de Wall Street, no puedes quedarte sentado y no hacer nada", dijo Clinton.Clinton pronunció esos discursos remunerados para el gigante financiero después de dejar su cargo como secretaria de Estado y antes de iniciar las primarias demócratas.Su historial como conferencista remunerada de Goldman Sachs fue usado por su rival en la interna demócrata, el senador por Vermont Bernie Sanders, quien argumentó que no se podía confiar en Clinton para que regulase a empresas de las que había recibido un pago.