''Una victoria'', retorno de Hugo Chávez

CARACAS, VENEZUELA (19/FEB/2013).- El regreso del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a su país ayer por la madrugada, es una “pequeña victoria”, si bien su proceso de recuperación contra el cáncer sigue siendo “difícil”, aunque el mandatario “está bien” y “muy motivado”, informó el Gobierno.

“El presidente está en proceso de recuperación, que es difícil, duro y complejo. El hecho de que haya regresado de La Habana es una pequeña victoria, (pero) no significa que haya dejado de estar en una circunstancia difícil”, dijo Ernesto Villegas,  ministro de Comunicación.

Chávez “sigue estando en una situación delicada, compleja”, agregó el  responsable, que admitió que aún no ha podido verle tras su sorpresivo retorno.

Chávez regresó a Venezuela al terminar su convalecencia en La Habana luego de su cuarta cirugía contra el cáncer, que lo aqueja desde mediados de 2011.

Su retorno se produce tras su postergada toma de posesión, que no pudo concretar el 10 de enero ante la Asamblea Nacional por su hospitalización en Cuba, y que debe realizarse en fecha por definir ante los jueces del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).

Fue reelecto el 7 de octubre para un tercer mandato de seis años.

Pero Villegas descartó que ese tema esté en discusión “en este momento” y resaltó que están “concentrados en celebrar” el arribo de Chávez, que durante más de dos meses ni fue visto en imágenes ni escuchado.

“Todos estamos compartiendo esa inmensa alegría y motivación con el pueblo”, afirmó Maduro, que encabezó un consejo de ministros, televisado por VTV.

Maduro pidió a los venezolanos festejar en “calma” el retorno del jefe de Estado, calificó de “asquerosas” las críticas de la oposición.

“La transparencia es lo que le conviene a Venezuela”, destacó  la alianza opositora, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), al exigir al Gobierno que “diga la verdad a los venezolanos y se proceda según la Constitución”.

Con información de EFE/AFP

FRASE

"El presidente está bien, está consciente y muy feliz y motivado de estar aquí, en su patria venezolana".

Nicolás Maduro, vicepresidente de Venezuela.

CRÓNICA

Alegría popular

En Caracas, seguidores del mandatario venezolano, Hugo Chávez, periodistas y miembros de la Guardia de Honor presidencial así como de la Policía Nacional se han adueñado de los alrededores del Hospital Militar, donde se encuentra desde ayer por la madrugada internado el jefe de Estado.

Decenas de chavistas y periodistas de medios nacionales e internacionales se concentran desde primera hora del día frente al Hospital “Dr. Carlos Arvelo”, que presenta un acceso normal aunque con controles policiales en su interior y en los alrededores.

También en el aparcamiento y en los accesos hay efectivos de la Policía Nacional Bolivariana que están en labores de vigilancia en la zona.

Vestidos de rojo o con camisetas alusivas al presidente con lemas como “yo soy Chávez” y con afiches del gobernante, los seguidores coreaban hoy “Chávez descansa que el pueblo te respalda” o “pensaron que no volvía pero en la madrugada llegó Hugo Chávez Frías”.

Algunos marcaban con betún en coches de simpatizantes del presidente la frase “Volvió Chávez”.

En la zona también algunos vecinos, seguidores del gobernante, se unieron a la concentración después del desconcierto inicial por la llegada de madrugada del presidente.

Héctor Domínguez, un chofer de 47 años residente en la zona, explicó que desde las cinco de la mañana se oía mucho alboroto en la zona y que al darse cuenta de que el presidente había regresado a Venezuela se acercó para unirse al grupo.

“Si está aquí eso significa que está mejor y está en su patria, en su país, y aquí con el apoyo del pueblo pa’lante comandante”.

“Vengo a visitar a mi presidente, lo quiero ver... lo he extrañado mucho porque Chávez es el espíritu de los pobres”, dijo emocionada Alicia Morroy, una costurera de 46 años, al señalar que decidió apostarse frente al Hospital Militar hasta saber más noticias acerca del estado de salud del mandatario.

> ANÁLISIS

Los conspiradores

Orestes e. díaz rodríguez (MAESTRO EN LA UDEG)

Cuando la semana pasada el diario español ABC aseguró que el presidente Hugo Chávez estaba postrado en su lecho de convaleciente, sin voz y que la renuncia era decisión tomada, el anuncio encontró inmediato eco. El mensaje era conciso “Chávez, no puede volver”.

La Habana fue puesta a la defensiva. Si no desmentía con urgencia estaría confirmando que todo había sido un torpe montaje para darle tiempo al fortalecimiento de Nicolás Maduro. Existía la obligación de ofrecer una “prueba de vida”.

Pero pocas horas después del anuncio de ABC el mundo fue sorprendido por otro mensaje que requirió la atención, Benedicto XVI, el Papa teólogo, renunciaba. La situación de Chávez momentáneamente pasó a un segundo plano. Ganaban tiempo.

Setenta y dos horas después ya estaban listos. Se ponía en marcha un nuevo plan. Las pruebas exigidas fueron dadas. Por primera vez en casi 70 días el mundo pudo ver al convaleciente. Entonces pasó lastimosamente inadvertido que las evidencias ofrecidas no desmentían rotundamente la información suministrada por ABC, el enfermo estaba sonriente, pero acostado y hasta oficialmente se reconoció que continuaba padeciendo de un problema respiratorio que le impedía comunicarse oralmente. La lectura de las pruebas de vida parecía diáfana, “Chávez, está vivo, pero aún no puede retornar”.

Era justamente la percepción que La Habana buscaba imponer, para retomar la iniciativa. Entonces, cuando menos se espera el regreso, el presidente retorna a Caracas. Otra vez, la conmoción, la sorpresa, el shock, justamente el ambiente propicio para que el comandante pueda tomar protesta rápidamente antes que sus opositores y la opinión pública reaccionen con una ofensiva de cuestionamientos y objeciones acerca del verdadero estado de salud del mandatario.

Durante la ceremonia es casi seguro que podrían darse también otras sorpresas que beneficiarán el objetivo oficialista. Lo que se olvida con demasiada frecuencia es que, cuando se trata con La Habana se trata, ante todo, con individuos que no sólo llevan más de 60 años conspirando, sino que han convertido ese ejercicio en actividad predilecta, en modo de vida.

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