WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS (28/JUN/2017).- Donald Trump admitió este miércoles que "es muy difícil" reformar el sistema de salud estadounidense, con el que no ha dejado de lidiar, sin éxito, desde que llegó a la presidencia.Teniendo en cuenta sus divisiones sobre este espinoso tema, la mayoría republicana en el Senado renunció a someter a votación la derogación del Obamacare, la reforma sanitaria emblemática del predecesor demócrata de Trump, Barack Obama. El objetivo es volver a la carga después del feriado nacional del 4 de julio, pero el tema de la votación -si finalmente tiene lugar- es muy incierto.Tras ufanarse de un sistema que será "mucho mejor y menos caro para las personas y el país que el Obamacare", el presidente de Estados Unidos reconoció este miércoles que el combate en el Senado, donde los republicanos sólo tienen una escasa mayoría (52 de las 100 bancas), sería arduo. "Veremos qué pasa, trabajamos muy duro", subrayó. "Es muy difícil, cada estado es diferente, cada senador es diferente", dijo.Aunque durante toda su campaña electoral, el magnate inmobiliario prometió la rápida derogación de Obamacare, símbolo según los republicanos de la deriva de la administración Obama, hace pocas semanas debió reconocer que el tema era delicado."Nadie sabía que el sistema de salud era tan complicado", reconoció en febrero, suscitando comentarios socarrones en Washington, dado que el tema viene ocupando desde hace décadas tanto a administraciones republicanas como demócratas.El sistema de salud estadounidense es una compleja maraña de responsabilidades públicas y privadas, nacionales y locales. La reforma republicana no afectará directamente a la mitad de los estadounidenses que tienen una cobertura de sus empleadores. Tampoco modificará la cobertura médica pública de los mayores de 65 años de edad, Medicare. Pero sí afectaría el programa Medicaid, que cubre a los más pobres y a los minusválidos.