Temblores, sudores y parálisis, secuelas de los mineros de América y el mundo

MADRID, ESPAÑA.- Temblores, sudores y parálisis es lo que han padecido durante siglos los mineros al inhalar vapores de mercurio o polvos inorgánicos en cantidades ingentes durante las duras horas de trabajo en el interior de las minas más importantes del mundo.

El hidrargirismo, la silicosis, neumoconiosis y el cáncer en los pulmones son enfermedades caracterizadas como ocupacionales pues afecta principalmente a los mineros. La Organización Internacional del Trabajo ha identificado al sector minero como de alto riesgo debido a que en sus jornadas inhalan polvos inorgánicos o sílice y otros vapores y gases que ingestan el organismo hasta causarle graves lesiones o la muerte.

Parálisis con alteración de la inteligencia, pérdida de fuerzas hasta convertirse en auténticos paralíticos y los temblores son los síntomas visibles de un hidrargírico en estado avanzado de la enfermedad.

La OIT tiene entre sus objetivos el de la erradicación de las enfermedades como la silicosis y la neumoconiosis en el mundo como enfermedades ocupacionales. Para ello implementó un programa de cooperación técnico internacional para asistir a los países en su acción para combatir estas enfermedades.

En África como en América y en el sur de Europa la mayoría de los países se han visto afectados por la exploración y extracción de recursos minerales dañando gravemente el medio ambiente y la salud de los trabajadores. Impulsando repertorios de recomendaciones realizadas por al OIT y actualizadas por última vez en mayo de 2006.

José Luis Fernández Cortés es uno de los mineros de Almadén, que tras ingresar de minero en 1963, y dedicarse de lleno a su oficio durante 30 años, padece esa enfermedad y sigue temblando por los nervios y el calor cuando se le recuerda que, aunque la mina ya cerró, sus secuelas "perdurarán toda su vida".