Sábado, 23 de Noviembre 2024
Internacional | Alrededor de 570 niños rebeldes fueron capturados para su rehabilitación

Sri Lanka rehabilitará a niños ex soldados

Vinojan se unió a la organización de Tigres del Tamil para evitar que su hermano mayor fuera reclutado

Por: AP

AMBEPUSSA, SRI LANKA.- La niñez de Vinojan acabó cuando se recrudeció la guerra civil en Sri Lanka hace dos años.

Con 15 años en ese momento, dice que se unió a la organización rebelde separatista Tigres del Tamil para evitar que su hermano mayor fuera reclutado a la fuerza. Se convirtió en un combatiente renuente mientras los rebeldes combatieron sus últimas batallas desesperadas por la supervivencia.

Ahora que la guerra civil acabó y que el gobierno derrotó a los Tigres del Tamil, Sri Lanka trata de convertir en ciudadanos patrióticos a estos ex niños soldados como Vinojan y otros que apenas hace unos meses estaban luchando contra la nación.

Vinojan, quien tiene una cicatriz oscura en su muñeca por una herida de metralla, intenta salvar lo que queda de una niñez trunca.

``Queríamos ser estudiantes. Todo se desplomó'', dijo.

Aproximadamente 570 niños, algunos de 13 años, estuvieron entre unos 10.000 rebeldes capturados por el ejército que han sido enviados a campamentos de rehabilitación gubernamentales en toda la isla desde que acabó en mayo la guerra iniciada por los rebeldes hace 25 años en busca de un estado separado Tamil. Los tamiles son una minoría étnica en el país de 21 millones de personas frente a la costa de la India.

``Estos son niños que fueron expuestos al peligro, sacados de sus familias y privados de su niñez'', dijo el general de división Daya Ratnayake, la autoridad militar encargada de los campamentos. ``Nuestra esperanza es devolverlos a la normalidad tanto como sea posible''.

Los ex niños soldados dicen que sólo quieren volver a reunirse con sus familias, pero algunos han perdido a sus seres amados o todavía están buscándolos.

Entretanto, el gobierno está trabajando para asegurarse que no retomen las armas, aunque ha hecho poco por cumplir su promesa de resolver los agravios sufridos por los tamiles compartiendo el poder con ellos.

El tratamiento brindado a los ex combatientes contrasta fuertemente con el abandono de casi 300.000 civiles tamiles desplazados que son retenidos en apiñados campamentos gubernamentales en el norte de la isla que hasta 1972 se conocía como Ceilán. Las autoridades de Naciones Unidas han presionado para que sean puestos en libertad. Los trabajadores asistenciales temen que las próximas lluvias vengan acompañadas con brotes de enfermedades.

En Ambepussa, Vinojan y otros 80 niños y 32 adultos empiezan su día izando y rindiendo honores a la bandera de Sri Lanka, cantando el himno nacional.

Estudian inglés y cingalés, el idioma del grupo étnico que es la mayoría en el país, y toman clases de plomería, metalurgia, costura y cocina. Ven televisión, escuchan música y juegan críquet, el deporte favorito del país.

El mayor Herman Fernando, que dirige el campamento, dijo que intenta ingresar a los niños a las escuelas cercanas.

Se espera que la mayoría en Ambepussa sea liberado tras un año de rehabilitación y una evaluación siquiátrica.

La UNICEF, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, dijo que los niños en Ambepussa parecen recibir un buen trato.

La portavoz Sarah Crowe espera que ellos puedan reunirse con sus familias y comunidades, diciendo: ``Estos niños se han visto privados de su niñez y necesitarán todo el cuidado y la protección posibles para empezar una nueva vida''.

Cuando la violencia empeoró en febrero, UNICEF acusó a los rebeldes de reforzar su reclutamiento forzoso de niños, afirmando que había registrado 6.000 de estos casos desde 2003.

Aunque Vinojan pasó toda su vida en un poblado del norte remoto de Tharmapuram, bajo control rebelde, logró tener una niñez algo normal.

Entonces, cuando los combates se recrudecieron en el 2007, los rebeldes empezaron a buscar reclutas nuevos. Llegó una carta en la que los Tigres del Tamil convocaban al hermano más viejo de Vinojan, que acababa de cumplir 18 años, para que se uniera a la lucha.

La familia se escondió en la selva en lugar de cumplir con la orden, pero el padre de Vinojan no podía trabajar y sus tres hermanos no podían ir a la escuela, así que, a los 15 años, se ofreció para unirse a las filas rebeldes en el lugar de su hermano, relató.

Al principio llevaba comida a los combatientes. A inicios de este año, la familia decidió cruzar las filas de vanguardia. Los rebeldes, que retenían a decenas de miles de civiles como escudos humanos, abrieron fuego y Vinojan cayó a tierra y fue capturado.

``Mis padres nunca supieron que fui capturado. Si lo hubiesen sabido, no se habrían ido. Así que no grité, les dejé irse'', afirmó.

Los rebeldes lo ataron a un árbol y lo fustigaron con una rama de palma, dijo. Entonces le dieron 10 días de entrenamiento y un fusil, para enviarlo junto con otros niños soldados al frente.

``Estábamos todos asustados y sólo queríamos retirarnos'', declaró, agregando que él disparaba al azar y que nunca se vio en la situación de tener que apuntarle a nadie.

Después de cinco días, desertó y se escondió con una familia que le dio posada. Fue atrapado de nuevo y enviado al frente, donde había pocos alimentos y los combatientes pasaban hasta un mes sin ducharse o cambiarse la ropa, dijo.

Los rebeldes les dejaron en claro cómo serían castigados si alguien trataba de escapar.

``A uno de mis camaradas lo vendaron, le hicieron arrodillarse y le dispararon delante de nosotros'', relató Vinojan.

El ejército, entretanto, siguió avanzando, por lo que el niño intentó escapar de nuevo, esta vez escondiéndose en una casa abandonada durante cinco días, sin alimentos o agua, antes de reunirse con una tía y un tío. Entonces un obús de artillería hizo impacto en su refugio, matando a ambos tíos y su bebé de un año. Vinojan estaba en la selva en ese momento.

``Lloré y entonces arrastré sus restos, los puse en un búnker cercano y los cubrí de tierra'', dijo Vinojan.

Finalmente, el 20 de abril, el ejército tomó la zona y Vinojan se unió de decenas de miles de personas que escaparon cruzando una laguna hacia territorio bajo control gubernamental.

En Ambepussa, ``no estaba seguro de si mis padres estaban vivos y ellos no sabían dónde estaba yo'', afirmó. Entonces la UNICEF trajo a sus padres al campamento, para un reencuentro familiar.

``Cuando nos reunimos lloramos'', aseguró, con lágrimas en los ojos.

Vinojan dice que ahora espera convertirse en un trabajador gubernamental una vez que crezca.

``Pero bajo las circunstancias, no sueño demasiado'', afirmó. ``Ya es suficiente ser un hombre común y corriente''.

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