Republicanos, a la caza del voto latino

WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS (04/OCT/2010).- Cuando la candidata republicana a la gubernatura de California, Meg Whitman, compareció el sábado pasado bajo los reflectores de una de las más importantes cadenas de televisión en español de Estados Unidos, pocos dudaron de que sus palabras buscaban una urgente redención electoral, de cara a los comicios del 2 de noviembre.

“Sé muy bien que (en noviembre próximo) no podré ganar estas elecciones sin el voto latino…”, dijo Whitman, en un inusual y quizá desesperado acto de franqueza que buscaba apelar a los latinos, que, para su mala suerte, se han enfrentado durante mucho tiempo a los peores demonios de los republicanos en distintos puntos de Estados Unidos, con iniciativas antiinmigrantes como la Ley SB 1070 de Arizona, que sigue pendiente de una resolución judicial.

También han enfrentado propuestas para enmendar el artículo 14 de la Constitución y abolir el derecho a la ciudadanía de poco más de dos millones de hijos de padres indocumentados que han nacido en Estados Unidos.

El intento de conciliación de Whitman, exitosa empresaria que se ha empeñado en hacerse con la gubernatura de California con una inversión personal de más de 140 millones de dólares, llega en momentos en que las malas noticias se presentan como un aluvión que derrumba puertas y cercas, mientras los índices de aceptación que antes le eran favorables, hoy se han vuelto en su contra.

Según el más reciente sondeo de la Universidad del Sur de California y “Los Angeles Times”, tras permanecer a la cabeza de las preferencias electorales, Whitman (44%) ha retrocedido y se encuentra cinco puntos por detrás del candidato demócrata, Jerry Brown (49%), quien parece que se ha propuesto no sólo romper con casi tres décadas de hegemonía republicana en la gubernatura estatal, sino volver a ocupar la oficina de gobernador después de 35 años.

El retroceso de Whitman en las encuestas se ha hecho más patente tras conocerse las explosivas revelaciones de su antigua empleada doméstica mexicana, Nicky Díaz, quien ha acusado de “maltratos” a su antigua patrona, además de negarle su ayuda cuando le pidió su apoyo para regularizar su situación migratoria, luego de trabajar casi una década para ella.

El caso de Díaz se ha convertido en la mejor metáfora de la difícil relación que, durante décadas, han mantenido un importante sector de la sociedad estadounidense, su clase política y empresarial, con ese ejército de inmigrantes indocumentados.

Esto será realidad particularmente en los llamados estados “columpio” del Sur del país, como Nevada, Arizona, Colorado o Nuevo México, donde el voto latino se ha convertido en una variable clave de la victoria o la derrota en las urnas.

De ahí los desesperados intentos de reconciliación de los republicanos con una base electoral latina, a fin de asegurarse un porcentaje de votos (57%) como el que, en 2008, le dio la victoria a Barack Obama.

 “Hoy, algunos candidatos republicanos sufren y pagan los errores cometidos contra los latinos”, dijo Arturo Vargas director general de la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Nombrados. “Y la reacción que muchos latinos van a tener en las urnas será consecuencia directa de la posición de los republicanos en asuntos tan sensibles como el de la migración”.