Lunes, 25 de Noviembre 2024
Internacional | La mandataria brasileña habla en entrevista sobre su aprehensión en los años 70

No voy a esconder lo que fui: Dilma Rousseff

La mandataria brasileña habla en entrevista sobre su aprehensión en los años 70 juzgada como integrante de un grupo guerrillero

Por: NTX

La presidenta ha sufrido severas críticas por su pasado. AFP / E. Sa

La presidenta ha sufrido severas críticas por su pasado. AFP / E. Sa

BRASILIA, BRASIL (21/MAY/2015).- En el testimonio recogido por el periodista Luiz Maklouf Carvalho en 1998, reproducido por un periódico de Sao Paulo en 2005, cinco años antes de que fuera electa por primera vez presidenta de Brasil, Dilma Rousseff respondió a cuatro preguntas más sobre las torturas que sufrió luego de ser aprehendida el 16 de enero de 1970.

Recordó que, en los primeros días de su detención, debido a que los represores estaban seguros de que ella era un cuadro importante de la organización guerrillera Vanguardia Armada Revolucionaria - Palmares-, los suplicios duraban mucho tiempo.

"Se pierde la noción de todo, apenas se piensa un poco. Paraban y me arrojaban a un lugar de mosaicos sucios, a un baño en el primer piso del Departamento de Orden Interno, con sangre, con todo. Te dejan. Después tiemblas y mucho, con mucho frío. Para luego acabar en posición fetal", contó.

-¿Se piensa en resistir, en no hablar?

"La forma de resistir era decir a mí misma que iba a contar todo lo que sabía. Hablaba conmigo misma; pero uno se va, sin imaginar que va a durar una hora, dos. Sólo se puede pensar poco a poco. No se puede pensar en el dolor".

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-¿Resistió?

"Resistí. No dije ni dónde vivía. No dije quién era Max (Carlos Franklin Paixao de Araújo, con quien se unió sentimentalmente después de dejar la cárcel). Primero, yo no quería que mis compañeros estuvieran en una situación de aquellas. Segundo, yo tenía miedo a que alguno de ellos muriera".

-Bofetadas, pau de arara y electrochoques... ¿Qué más?

"No comer. El frío. La noche. Ellos se iban a una sala y avisaban que en dos horas volverían para interrogarme. Había que quedarse esperando la tortura. Hay un nivel de dolor que uno apaga, que uno no aguanta más. El dolor tiene que ser infligido con el control de ellos. Los torturadores deben de demostrarse que tienen el poder de controlar tu dolor".

Dilma Rousseff fue enviada a un sector del penal de Tiradentes de Sao Paulo conocido como la Torre de las Doncellas, donde convivían varias de sus compañeras de lucha hasta que, a finales de 1972, un tribunal militar redujo su condena a tres años.

Cuando dejó la prisión pesaba 10 kilos menos y había desarrollado una severa disfunción tiroidea antes de cumplir los 25 años, como se observa en una célebre fotografía de aquella época, en la que luce con una marcada desnutrición; pero con la mirada firme y severa, mientras los jueces militares hablan entre ellos.

En Brasil han aprovechado las dudas que existen sobre ese siniestro periodo de la historia provocado por la represión dictatorial para desprestigiar a Dilma, como el episodio revelado en abril de 2009, cuando su nombre comenzaba a ganar notoriedad, al tiempo que se sometía a un tratamiento para controlar la leucemia que le fue descubierta.

Folha de Sao Paulo - el mismo periódico que reprodujo en 2005 las palabras que dijo a Maklouf siete años antes-, publicó el día 27 de ese mes una falsa ficha criminal, supuestamente obtenida en los archivos de la represión, en la que figuraban varios delitos; pero ella cuestionó su veracidad.

Después de presentar pruebas que demostraban su carácter apócrifo, el diario acabó por reconocer que nunca había tenido acceso al original, y que el documento había llegado a la redacción por medio de un correo electrónico.

En aquella ocasión, Dilma afirmó: "No voy a esconder lo que fui. Tengo una visión bastante realista de aquel periodo. En 1970 tenía 23 años, el mundo era otro y Brasil también".

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Vehemente, Luiz Inácio Lula da Silva también salió a defender a su ministra y candidata:

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"Dilma sufre y sufrirá críticas por sus cualidades, no por sus defectos. Esa jovencita que resolvió poner su vida en peligro, lo hizo para defender la democracia. Eso para algunos es un defecto, para otros una virtud. Hubo un tiempo en el que los que iban a prisión en este país eran los honestos".

Uno de los rasgos más interesantes de la generación de Dilma Rousseff -que pagó con cárcel y tortura, convencida de que la opción de las armas podía ser un método de transformación de la sociedad brasileña- es el haber comprendido la importancia de la democracia.

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