Libertades amenazadas y cambio en la seguridad

CIUDAD DE MÉXICO (31/AGO/2011).- Tras los atentados terroristas del 11-S, Estados Unidos sufrió la mayor reestructuración burocrática desde la Segunda Guerra Mundial, cuando en 1947 fueron creadas la secretaría de Defensa, la Fuerza Aérea, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Consejo de Seguridad Nacional. La tragedia del 11-S que puso de manifiesto la vulnerabilidad de EU, obligó a revisar todos los servicios de seguridad del país con el fin de evitar la repetición de atentados terroristas de esa magnitud.

En su mensaje al Congreso el 21 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush anunció la creación de la Oficina de Seguridad Nacional, para supervisar y coordinar la estrategia para salvaguardar al país ante amenazas terroristas y nombró a Tom Ridge como su primer director.

En 2003, la oficina se transformó en el Departamento de Seguridad Nacional que agrupó a todas las entidades que hasta ese momento trabajaban sin coordinación y, como demostraron los ataques, prácticamente sin comunicación, como sería subrayado luego en el informe de la Comisión Nacional que investigó los ataques del 11-S, publicado el 22 de julio de 2004.

El Departamento de Seguridad Nacional tiene 230 mil empleados y controla la Administración de la Seguridad en el Transporte, la protección de las aduanas y fronteras de EU, el Servicio de inmigración y Ciudadanía, la Patrulla Fronteriza, el Servicio Secreto, la Agencia Federal de Administración de Emergencias y el Servicio de Guardacostas. Paralelamente, Bush promulgó el 26 de octubre de 2001 el Acta Patriota para fortalecer la lucha antiterrorista en EU y evitar nuevos atentados. La nueva legislación redujo los impedimentos legales de las agencias encargadas del cumplimiento de la ley en EU para monitorear comunicaciones privadas (teléfonos, e-mails), amplió las facultades de las autoridades migratorias para detener y/o deportar a inmigrantes sospechosos de terrorismo y del Departamento del Tesoro para vigilar transacciones sospechosas.

El Acta Patriota, renovada por cuatro años en sus provisiones claves por el presidente Barack Obama en mayo pasado, fue vista casi desde un principio como una amenaza a las libertades en EU. El historiador estadounidense Arthur Schlesinger Jr. dijo que un daño colateral de la política de Bush fue la guerra contra las libertades, la justicia y el derecho en EU, en nombre de la seguridad nacional.

“La diferencia entre en EU antes y después del 11-S fue que perdimos nuestra libertad. Supuestamente disfrutamos de libertad, pero ésta no existe donde prevalece la seguridad. Y lo que es peor, no estamos más seguros que antes. La pérdida de libertad fue como un rescate bancario. Costó mucho a cambio de nada”, dijo el ciudadano Aln Zink, en un foro convocado por PBS. EU revivió la era de mccartismo contra todos aquellos que se atrevieran a disentir de la verdad oficial.

El periodista Seymour Hersch, quien reveló el escándalo de las torturas en Irak y la masacre de My Lai en Vietnam, dijo en 2007 a la revista Rolling Stones que “todas las instituciones que pensábamos que deberían protegernos —particularmente la prensa, pero también el ejército, la burocracia, el Congreso— habían fracasado”.

EU también creó bajo el Acta de Prevención del Terrorismo y de Reforma de Inteligencia de 2004, la Dirección Nacional de Inteligencia, que encabeza a la comunidad de espionaje. Igualmente fueron definidas nuevas estrategias de seguridad nacional. Las nuevas normas incluyeron desde la seguridad en los edificios hasta el reforzamiento de las fronteras, revisiones aeroportuarias y portuarias y el fortalecimiento de los servicios de espionaje.