Estrictamente personal

En la bahía de San Francisco se localiza Oaksterdam, el sueño de Richard Lee para revitalizar económicamente Oakland con la enseñanza de Amsterdam: legalizar el uso recreativo de la mariguana. Ahí estableció dispensarios para vender mariguana para uso médico —legal en Estados Unidos desde 1996—, abrió cafeterías para el culto del cannabis y fundó la Universidad Oaksterdam, donde enseña todas las artes del negocio, que le generan ganancias anuales de siete millones de dólares. Lee tiene ahora fama mundial, al ser el motor financiero de la Proposición 19, que ha levantado una polémica internacional sobre el futuro del mercado de las drogas.

De ser aprobada en California la Proposición 19 este martes, le permitirá a los gobiernos municipales regular el cultivo industrial —sembradíos privados en una superficie de 2.3 metros cuadrados—, la posesión —28 gramos—, el consumo recreativo, las ventas al mayoreo y todos los impuestos derivados de esa actividad. Los críticos de la Proposición 19, que incluye al Gobierno de Barack Obama y al de Arnold Schwarzenegger, afirman que sólo incrementará el consumo —actualmente tres de cada 10 estudiantes de secundaria y preparatoria la han consumido—, pero sus defensores señalan que al contrario, como sucede con el alcohol y el tabaco, lo disminuirá. El canto de la sirena lo da, sin embargo, el estímulo financiero.

Todo depende de cuánto sea el impuesto, dice Beau Kilmer, co-director del Centro de Investigación sobre Políticas de Drogas de la Corporación Rand, un tanque de pensamiento en Santa Mónica, California, que recientemente difundió un reporte sobre uso y gravámenes de la medida. Si el impuesto es elevado, agrega, habrá mercado negro, sobre todo porque si el precio de la mariguana se reduce hasta en 80%, como se calcula, podría eliminar los incentivos fiscales a la medida.

Los argumentos economicistas son muy persuasivos. Un estudio de la Universidad de Harvard reveló que el ahorro para el Gobierno federal por la legalización de las drogas en seguridad pública y sistemas penitenciarios sería de 13 mil 700 millones de dólares, además de ingresos por seis mil 400 por impuestos a la mariguana. Aún así las autoridades no están entusiastas, y en otros países eso, realmente, no importa.
La Proposición 19 se seguida con cuidado en el mundo, y en países como México, incluso con preocupación. El Gobierno de Felipe Calderón está metido en un dilema por la discusión maniquea, tramposa y unidimensional que se desató. El alegato sin matices es que si se aprueba la iniciativa, el Gobierno no tendría como justificar una guerra contra el narcotráfico y erradicar cultivos cuando en la vecina California el consumo de mariguana es legal. Muy poco discutido es que si se aprueba la iniciativa, la producción seguirá siendo ilegal a nivel federal.

Los simpatizantes mexicanos de la Proposición 19 aseguran que de aprobarse se reduciría la violencia en México porque disminuiría la demanda de mariguana mexicana en Estados Unidos. De dónde viene esa afirmación no está claro. Aún si se toma como referencia el reporte de la Rand donde afirma que si se aprueba la Proposición 19 los cárteles de la droga mexicana perderían utilidades entre 2 y 4%, no hay base alguna para asegurar que la violencia en México disminuirá. Esa es una idea sembrada por idealistas o políticos con agenda en México.

Las ganancias de los cárteles mexicanos por la venta de mariguana a Estados Unidos representaban en 2005, de acuerdo con el Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas, de tres mil 900 a 14 mil 300 millones de dólares. El Departamento de Estado precisa que 61% las utilidades de las bandas mexicanas provienen de la mariguana y ascienden a ocho mil 500 millones de dólares. La mariguana es la principal droga de exportación hacia esa nación, pero más importante, según funcionarios mexicanos es con lo que los cárteles financian su operación.

De la cocaína, indicaron los funcionarios mexicanos, es de donde obtienen los altos márgenes de utilidad que les permite comprar mejor armamento. El Centro Nacional de Inteligencia sobre Drogas calcula que las ganancias que obtienen por la cocaína se sitúa entre los dos mil 900 y los seis mil 200 millones de dólares, mientras que el Departamento de Estado considera que 28.5% de las utilidades de las exportaciones de drogas mexicanas a Estados Unidos, proceden de ese producto.

Como hipótesis de trabajo se puede argumentar que aún si la reducción de utilidades fuera marginal, como plantea la Rand, tendría un impacto directo en sus costos de operación, que se elevaron desde que la guerra contra el narcotráfico se volvió una guerra de sobrevivencia, donde han ido a la cárcel o muerto sus jefes, funcionarios y policías que los protegían, y mandos medios criminales, en lo que hoy en día es una lucha multifocal.

La reducción en la edad de los sicarios en los dos últimos años —que se aprecia en detenciones y víctimas—, refleja la vulnerabilidad de sus reclutas, y los cada vez más frecuentes operativos para la liberar narcotraficantes de cárceles, reflejo de la necesidad de recuperar criminales más experimentados para combatir a cárteles rivales y a las fuerzas federales, sugiere su ansiedad por la pérdida de cuadros.

Entonces, si los precios de la mariguana bajaran y si los productores de California comenzaran a abastecer mercados —hoy dominados por los mexicanos y las pérdidas se elevaran a 20%—, las finanzas de los cárteles pasarían por momentos similares a 2007, cuando los operativos conjuntos secaron de droga a los cárteles del Golfo y de Tijuana. La consecuencia fue que al dejar de percibir ingresos, los sicarios en Tijuana se volcaron a secuestros exprés, mientras que en Tamaulipas los narcotraficantes reanudaron secuestros, extorsiones, piratería y prostitución.

En cualquier caso, la eventual legalización de la mariguana en California no tendría ningún impacto positivo sobre el estado de violencia en México, ni modificaría el ciclo en el que se encuentra la inseguridad pública. Pero sí seguiría proporcionando metáforas y alimentando un debate falso en México que no necesitamos. Pero ya no habrá que esperar mucho para saber cuál será el derrotero de la siguiente discusión pública entre los mexicanos. La Proposición 19 finalmente va a las urnas, con una caída en respaldo, pero con un epílogo que hoy, nadie puede firmar.