Lunes, 25 de Noviembre 2024
Internacional | La derecha termina con 20 años de centro-izquierda

Entre sismos, Piñera asume una nueva era de Gobierno en Chile

En ceremonia austera, el empresario recibió la banda presidencial de manos de Bachelet. Más tarde viajó a zonas afectadas por el mega terremoto

Por: EL INFORMADOR

VALPARAÍSO, CHILE.- El empresario de 60 años Sebastián Piñera asumió como el primer presidente de derecha en Chile en medio siglo, tras 20 años de poder de la Concertación (centro-izquierda), mientras la tierra se sacudía con fuerza por una serie de potentes réplicas del terremoto del 27 de febrero, que activaron por algunas horas una alerta de tsunami.

En sus discursos, primero habló de que su prioridad es la reconstrucción, y luego, en Santiago, hizo un “un sencillo, pero profundo homenaje” a las víctimas del mega sismo.

A pesar de que Chile estaba de luto oficial hasta el pasado martes, el traspaso del mando presidencial de Michelle Bachelet a Sebastián Piñera había sido cuidadosamente organizado.

Se trataba de un acto cargado de simbolismo político. La primera mujer elegida presidenta en Sudamérica cedía la presidencia al primer político de derecha que los chilenos eligen democráticamente en más de medio siglo.

Pero unos incómodos invitados se colaron a última hora: los temblores (el mayor de 6.9 grados). Esos mismos movimientos que desde el devastador terremoto de hace dos semanas, de 8.8 grados, en el que murió medio millar de personas, tienen con los nervios destrozados a medio país.

Apenas 10 minutos antes de que arribara la presidenta Bachelet, un fuerte temblor removió la estructura del Congreso Nacional. Después vino otro y otro más, ya en plena ceremonia.

“Fue muy fuerte, muy fuerte, 7.2 grados Richter”, comentó con inquietud el presidente de Ecuador, Rafael Correa. El Instituto Sismológico de la Universidad de Chile corrigió más tarde a la baja la magnitud del movimiento telúrico a 6.9 grados.

Pero también hubo quien se lo tomó con más tranquilidad, como el mandatario peruano, Alan García, quien dijo que “fue un honor compartir un sismo con el pueblo chileno”.

Los presidentes de Paraguay, Fernando Lugo; Bolivia, Evo Morales, y Colombia, Álvaro Uribe, comentaban lo que estaba sucediendo, mientras el Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, y la mandataria argentina, Cristina Fernández, miraban hacia el techo.

El rostro del mandatario uruguayo, José Mujica, tal vez el menos acostumbrado a los temblores, también reflejaba la sorpresa por las constantes y fuertes réplicas.

En las regiones costeras del Centro y Sur del país cientos de personas se refugiaron en áreas elevadas ante el temor de que gigantescas olas volvieran a golpear la Costa como a finales de febrero, cuando desaparecieron del mapa pueblos enteros tras el quinto terremoto más poderoso de la historia.

Reconstrucción y reacción

Vestido de casaca roja, Piñera tomó un helicóptero para visitar la región de Rancagua, al sur de Santiago y cerca del epicentro de la mayor de las réplicas de ayer, y luego se trasladó a la sureña ciudad de Constitución, que fue azotada por tsunamis tras el terremoto de hace dos semanas.

El mandatario tendrá como prioridad levantar al país tras el terremoto y en su visita a Constitución oficializó la entrega del “Bono marzo”, para más de cuatro millones de personas necesitadas, que fue una de sus promesas de campaña.

Hizo una ofrenda floral a orillas del río de Constitución —87 claveles blancos, uno por cada fallecido en esa ciudad—.

“Sequemos estas lágrimas y pongamos manos a la obra en la gran tarea de enfrentar esta emergencia, en la gran tarea de reconstruir el país”.

Esto lo hizo entre las dos ceremonias, para distanciarse del Gobierno de su antecesora, Michelle Bachelet, quien fue criticada por tardar en la reacción frente al devastador sismo de hace 12 días.


Agitado primer día

Anuncios y pendientes

- Ante unas 150 personas en Constitución, el presidente Sebastián Piñera firmó el decreto de ley sobre el bono equivalente a 80 dólares que recibirán 4.2 millones de personas pobres.

- Se esperaba que firmara otros tres decretos: sobre emergencia, donaciones y reconstrucción, pero no lo hizo y, de momento, no hubo explicación.

- Piñera dejó en la mesa a los presidentes de Argentina, Bolivia, Uruguay, Paraguay, Colombia, Ecuador y Perú al tener que viajar a Rancagua, por los sismos de ayer.

En su discurso en Santiago, Piñera llamó a los chilenos la generación del Bicentenario, a los que convocó a dos misiones: reconstruir el país y a levantar el ánimo.


Mi país inventado

A inicios de los años 70 un país sudamericano vivía orgulloso de su estabilidad. Parecía inmune a los golpes de Estado que padecían los vecinos regionales. Lo despertó del sueño un incruento golpe que impuso por lógica el terror.

Cuarenta años después el mismo país devenido democrático se vanagloriaba de sus logros. Se sentía libre de las trampas del subdesarrollo y hasta preconizó un factible ingreso al primer mundo. Esta vez un terremoto y un tsunami se combinaron para demolerles la ilusión.

Los desastres naturales hacen retroceder a un país, pero el daño mayor no lo causaron la furia de la tierra ni de las olas. En 24 horas se desató un infame pillaje, la Marina dio instrucciones de desactivar la alerta de tsunami y olas gigantes barrieron con poblaciones desprevenidas; desde la presidencia, los fantasmas del terror hicieron dudar sobre la conveniencia de dar luz verde a la presencia de las Fuerzas Armadas en las zonas de desastre y las comunicaciones se cortaron ¡por falta de teléfonos satelitales!

Dos meses antes un terremoto había descabezado la estructura de mando de una isla empobrecida en el Caribe, en cambio aquí, en los decisivos momentos iniciales, se inutilizó ella sola. Duele, además, porque la imagen de país era otra. La crisis que trajo la tragedia no es de desabastecimiento, sino de autoestima y llega justo cuando tiene lugar un cambio de Gobierno.

El nuevo presidente rehusó ser rehén de antiguos traumas, ha confirmado que nadie como el Ejército está preparado para ayudar a controlar las consecuencias de un desastre, por lo que se mantendrá en las calles mientras la situación lo requiera. Dio en el blanco, la población que padeció zozobra e inseguridad ante los saqueadores apoya plenamente el gesto. Han pasado 20 años. El de hoy, no es más el Ejército del miedo, sino del orden.

Vergüenza y frustración sienten los ciudadanos, ante sueños que resultaron fantasías quebradas en público. No hace falta lo señalen observadores extranjeros, ellos mismos lo han reconocido en sus diarios. Una misma pregunta recorre ciudades y puertos, cerros y valles, cómo pudimos engañarnos tanto sobre nosotros mismos.

La tragedia de los 70, y la de ahora, deja una lección de humildad: los éxitos cualesquiera que sean no deben ocultar las debilidades. Pero tampoco hay que magnificar las fallas. Fuera del país se sigue apostando por un pueblo chico que se propone sueños grandes. Imposible olvidar el gesto del candidato perdedor de las últimas elecciones: fue con su familia al cuartel general de los vencedores a reconocer su derrota. La imagen recorrió el mundo cosechando elogios. Nos quedamos con eso.  ¡Viva Chile!

Orestes E. Díaz Rodríguez

Un polémico hombre de negocios
Sebastián Piñera


Quería llegar a La Moneda para aplicar “una nueva forma de gobernar”, pero el terremoto del 27 de febrero le obligará a cambiar de planes para dedicarse a la reconstrucción de un maltrecho país, por cuatro años.


Nacido en Santiago de Chile en 1949 en el seno de una clase media, está casado desde 1973 con Cecilia Morel; es padre de cuatro hijos, y posee una fortuna calculada en unos dos mil millones de dólares, según la revista “Forbes”.


Es dueño del popular club de futbol Colo Colo y está por cerrar la venta de todas sus acciones en la chilena LAN, una de las mayores aerolíneas de América Latina.

De 60 años, es economista formado en Harvard y fue senador entre 1990 y 1998 por Renovación Nacional, uno de los dos principales partidos de la Coalición por el Cambio, y en 2005 perdió en las elecciones presidenciales ante Michelle Bachelet.

Simpatizó cuando era joven con la Democracia Cristiana —uno de los cuatro partidos de la Concertación— y votó contra la continuidad del dictador Augusto Pinochet (1915-2006).

Y aunque en su coalición figuran aún muchos partidarios de la dictadura (1973-1990), él siempre ha condenado la violación de los derechos humanos perpetrada durante ese régimen militar.
Católico practicante, se declara contrario al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo.

En el plano internacional, se suma a los presidentes de centro-derecha que ya gobiernan en México, Colombia y Perú, y que han tomado distancia del izquierdista venezolano, Hugo Chávez.

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