Cadáveres de víctimas de Air France viajan a París

PARIS, FRANCIA (15/JUN/2011).- Los cuerpos de 104 víctimas del vuelo de Air France que cayó al océano Atlántico hace dos años llegarán a Francia el jueves, en el comienzo de un probablemente largo proceso de identificación.

Las familias de las víctimas han estado divididas sobre si recuperar los cadáveres de sus seres queridos o dejarlos en el lecho marino, donde han estado relativamente bien preservados debido a las frías temperaturas y la alta presión del agua.

Los equipos de búsqueda franceses recuperaron 104 cuerpos de las 228 víctimas del vuelo de Air France A447 con destino a París, que cayó al mar a poco de despegar de Río de Janeiro el 1 de junio del 2009. Unos 50 cuerpos fueron encontrados flotando en el mar en los días posteriores al accidente. El resto permanecerá bajo el agua.

Los primeros cuerpos que se recuperaron de los restos estaban bastante bien preservados, a pesar de sufrir algunos daños cuando se sacaron del lecho marino.

Los investigadores creen que podrán identificar todos los cadáveres que llegarán a París con la ayuda de historiales médicos y dentales, además de la información del ADN.

Sin embargo, el proceso probablemente será largo porque deberán recopilar información "ante mortem" de cada víctima -de cuando estaban vivas- para compararla con las pruebas recogidas de su cadáveres. Llevó dos meses identificar a las víctimas recuperadas de la superficie dos años atrás. Se espera que los cuerpos lleguen a primera hora del jueves al puerto de Bayona, en la costa suroeste de Francia.

El análisis de las "cajas negras", las grabadoras del vuelo, del avión de Air France aclaró las circunstancias del accidente, pero los investigadores aún tienen que dar una explicación concluyente o decir si la culpa fue de la tripulación o de un mecanismo defectuoso.

El avión se precipitó fuera de control durante cuatro minutos antes de estrellarse en el océano, lo que plantea dudas sobre la manera en que la tripulación manejó lo que pareció una alarma de emergencia por pérdida de velocidad, según los datos extraídos de las cajas negras.

Los datos mostraron que el piloto no se encontraba en la cabina de mando y que el copiloto de 32 años elevó la nariz del avión cuando perdió estabilidad, lo que generó una alarma audible de pérdida de velocidad.