Bergoglio y la nueva evangelización

GUADALAJARA, JALISCO (15/MAR/2013).- Los retos que enfrenta Francisco en México y en Latinoamérica son en parte los mismos que debe encarar en todo el mundo: la pérdida creciente de la relevancia de la Iglesia en el mundo y a últimas fechas, también de su credibilidad. El control de daños frente a los casos de pederastia eclesial y la atención a las víctimas... La pérdida de significación del pensamiento católico en una cultura de raigambre histórica cristiana. La baja significativa de vocaciones religiosas; la “competencia” de otras religiones, pero sobre todo, de nuevos movimientos religiosos. La oposición de los principios morales católicos (sobre todo en materia sexual) a los que privan en la cultura secular contemporánea... En el caso específico de América Latina, el modelo económico que ha contribuido a ensanchar más la brecha entre los que tienen y no tienen, la pobreza, migración, violencia. Problemas que no son exclusivos del Continente, pero que aquí son particularmente serios y que la Iglesia pretende afrontar desde su doctrina social... El relevo generacional en sus cuadros, en sus obras, en la reproducción social del catolicismo y en la transmisión del legado de su fe.

Para Bergoglio, el primer Papa extraeuropeo, su más grande desventaja —no conocer el juego por dentro— se convierte en su gran ventaja. Un hombre de consabida y probada austeridad bien podría realizar la reforma de la curia romana con libertad de acción y de espíritu.

América Latina resulta clave en el futuro de la Iglesia porque es el continente con mayor número de fieles católicos, y en el que se ha plasmado el proyecto de la nueva evangelización.

México se beneficia con la designación de Bergoglio como lo hará toda la región. Hay un dicho común en la Iglesia: “De Roma viene lo que a Roma va”... tener este conducto natural de Latinoamérica en la Santa Sede dará sin duda mayor atención a los problemas que aquejan a los católicos en la región. Creo además que el talante propio del Papa, austero y preocupado por los pobres y despreocupado del poder, podrá contribuir a que resurja la esperanza en otro mundo y otra Iglesia posibles.