Miércoles, 04 de Diciembre 2024
Internacional | El pontífice recibió a catorce sacerdotes que participaron en el Concilio Vaticano II

Benedicto XVI considera errado reducir la fe a modas del momento

El mensaje de la Iglesia no debe adecuarse a los dictados de la opinión pública, dice el Papa

Por: NTX

El papa Benedicto XVI celebra una ceremonia para anunciar el nuevo Año de la Fe en la Plaza de San Pedro. XINHUA  /

El papa Benedicto XVI celebra una ceremonia para anunciar el nuevo Año de la Fe en la Plaza de San Pedro. XINHUA /

CIUDAD DEL VATICANO (12/OCT/2012).- Actualizar el mensaje de la Iglesia católica no significa reducir la fe a las modas del momento o adecuar sus principios a los dictados de la opinión pública, advirtió hoy el papa Benedicto XVI al recordar el Concilio Vaticano II.
 
El pontífice recibió durante una audiencia a un grupo de 14 "padres conciliares", obispos ancianos que participaron -con voz y voto-, en esa asamblea que introdujo la reforma interna de mayor envergadura en la historia moderna de la Iglesia católica.
 
En la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano, el obispo de Roma saludó a los prelados, entre los cuales destacó Arturo Antonio Szymansky Ramírez, de 90 años y arzobispo emérito de San Luis Potosí, en México.
 
Además de los "padres conciliares" aún vivientes, participaron en la audiencia varios patriarcas de Iglesias orientales, además de un grupo de presidentes de las conferencias episcopales del mundo, entre ellos el líder de los obispos mexicanos Carlos Aguilar Retes.
 
En su discurso, Benedicto XVI evocó el 50 aniversario de la apertura del Concilio (el 11 de octubre de 1962) y el concepto lanzado por el entonces papa Juan XXIII, con el cual pretendía resumir el espíritu de dicha asamblea: "aggiornamiento" ("actualización" en italiano).
 
Según el Papa, ese término fue y continúa siendo exacto, aunque muchos lo consideraban no "del todo feliz" porque propició demasiadas expectativas sobre los frutos del encuentro.
 
También advirtió que la "actualización" sostenida por Juan XXIII no significaba una ruptura con la tradición, sino más bien expresaba una "continua vitalidad".
 
"No significa reducir la fe, bajándola a la moda de los tiempos, al metro de lo que nos gusta, a aquello que gusta a la opinión pública, sino al contrario: debemos llevar el hoy que vivimos a la medida del evento cristiano, debemos llevar el hoy de nuestro tiempo al hoy de Dios", dijo.
 
"El cristianismo no debe ser considerado como algo del pasado, ni debe ser vivido con la mirada perenemente dirigida al pasado, porque Jesús es ayer, hoy y por la eternidad", apuntó.

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