Jueves, 26 de Diciembre 2024

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Ya nos saquearon

Por: Diego Petersen

Ya nos saquearon

Ya nos saquearon

Las filtraciones son una práctica muy común en la guerra política. Algunos le llaman guerra sucia, otros le llaman guerra de contraste. La única diferencia entre ambas es el lugar en que esté ubicado el interfecto: si les llueve lodo es guerra sucia; si avientan lodo es guerra de contraste. Las nuevas filtraciones en el Congreso son documentos de la Auditoría a la legislatura LVIII en los que quedan en evidencia dos cosas: que las partidas de ayuda parlamentaria, es decir, la lana que reciben los diputados y de la que no rinden cuenta alguna, aumentaron durante el periodo electoral. La segunda es que los diputados con licencia, algunos siguieron cobrando (el caso del actual alcalde de Tonalá, Antonio Mateos Nuño, ya sabido) y otros pidieron adelantos (es el caso del diputado Hugo Contreras). La filtración sólo involucra a diputados del PRI porque en esta ocasión la filtración la hacen los panistas, pero podemos estar ciertos que, como en el Congreso todos se cuidan las manos, o más bien lo que recibe uno lo exigen todos, la práctica fue exactamente la misma para todas las fracciones y la única diferencia serán los montos.  El caso del PRI que filtraron los panistas sirve muy bien como ejemplo. Para efectos del PAN podemos pensar que los montos fueron más o menos 35 por ciento mayores a los del PRI, y para el PRD, una cuarta parte. Pero en todo caso lo importante es el modus operandi (o modus rapina, para ser más exactos en el uso del lenguaje). La fracción  del PRI recibía la friolera de 1’565,642.62 pesos de partida parlamentaria. Pelos más o menos de 120 mil pesos mensuales adicionales al sueldo. Pero además de esos recursos extras al sueldo y que se gastaban discrecionalmente en 2009, año electoral y en el que la mitad de los diputados se fueron a buscar alguna posición, el PRI cobró cuatro apoyos extraordinarios: dos por 9 millones 750 mil pesos y otro par de 3 millones 153 mil, es decir, poco más de 25 millones de pesos de apoyos extra  en tiempos electorales (casi dos kilos por diputado). En síntesis, unos hicieron sus campañas con nuestra lana y otros se cobraron ahí su bono de retiro, como el amnésico diputado Samuel Romero Valle (si ya no se acuerda de lo que se llevó del Congreso hace tres años mucho menos se ha de acordar del hoy próspero ganadero de cuando robaba camiones de cigarros en sus tiempos de “estudiante”). Estas filtraciones sirven para dos cosas: para indignarse y para estar atentos a que no nos la vuelva a aplicar. Los diputados de la actual legislatura están pidiendo 300 millones de pesos más para el próximo año, coincidentemente año electoral. Ahora sí que como gritaba López Portillo en aquel sexto informe de la desgracia: “Ya nos saquearon...” no permitamos que nos vuelvan a saquear.

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