Sábado, 25 de Octubre 2025

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Una enfermedad llamada López Mateos

Por: Juan Palomar

Una enfermedad llamada López Mateos

Una enfermedad llamada López Mateos

Analicemos mentalmente una fotografía aérea de Guadalajara, vamos diciendo de 1970. Plaza del Sol acababa de ser construida, lo que significó un jalón considerable hacia el Surponiente tapatío. Las colonias de por esos rumbos apenas se desarrollaban. Para todas ellas, el eje funcional y de vialidad era la Avenida López Mateos.

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Apenas en los cincuenta, la antigua Avenida de los Ingenieros, después López Mateos, a partir de la Minerva hacia el Sur, era en realidad la carretera a Colima. Apenas si se afianzaba Chapalita, se consolidaban poco a poco las lejanísimas Fuentes, fraccionamiento de Granjas y Huertas. Maizales, potreros, campo abierto.

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Pero luego volvamos al plano de principios de los setenta: la explosión demográfica ya había empezado y para cualquier ojo experimentado era evidente que la presión inmobiliaria habría de ir poblando los márgenes más o menos cercanos al trazo de López Mateos. Conclusión: era urgente establecer vías alternas para ir al Surponiente. Ninguna se hizo. Apenas si el antiguo Camino Real a Colima se esbozaba como opción, pero ésta para ir del centro hacia el Sur y desemboca hasta antes de la curva del Gallito, muy adelante del trayecto (y cabe decir que hace unos pocos años se habilitó esta alternativa, que sin embargo, no tiene conexiones eficaces con López Mateos).

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La Avenida Mariano Otero que actualmente se interna, pasando el Periférico, hasta perderse contra el Bosque de La Primavera, tenía un trazo que hubiera ayudado a este grave problema: más allá del Periférico se dirigía hacia el Oriente y, a través de lo que hoy es Ciudad Bugambilias, se unía con la carretera o prolongación de López Mateos. Todavía existe un tramo en dicho fraccionamiento con todo y sus letreros que dicen “Mariano Otero”. Este trazo, tristemente perdido, hubiera ayudado mucho al desahogo de la comunicación de toda esta amplia zona.

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Total, al día de hoy, existe un enorme embudo urbano cuya única alternativa de comunicación Norte-Sur es López Mateos (prácticamente desde la Minerva hasta las gasolineras cuatas y más allá.) Y todos conocemos lo que esto ha representado y representa para cientos de miles de cotidianos usuarios: congestionamientos constantes, peligro, contaminación. Y con la tasa de crecimiento inmobiliario y vehicular de la extensa área, cada vez será peor. Muchas ilusiones de una cómoda vida suburbana con buena comunicación con la ciudad son solamente un recuerdo.

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¿Qué hacer a estas alturas? Diversificar por todos los medios las rutas, encontrar pequeñas opciones viales (las grandes son imposibles e indeseables) que juntas pueden ser grandes soluciones, desincentivar el uso indiscriminado del coche (fomentar su utilización colectiva), posiblemente pensar en una ruta eficiente de transporte colectivo todo a lo largo del eje…

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Por supuesto que no hay que hacer disparates como el de eliminar los camellones que están sobre López Mateos entre el Periférico y Ciudad Bugambilias. No se gana más aforo y lo único que se logra es hacer más ingrato, deforestado, desordenado y peligroso ese tramo.

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La falta de visión y el desorden urbano hicieron que una de las vialidades más importantes de la ciudad, López Mateos, al día de hoy sea una enfermedad urbana crónica. En ella se tiran a la basura millones de horas hombre, millones de pesos en combustible, desgaste y contaminación, etcétera. Algo habríamos de aprender, y de hacer.

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