Viernes, 10 de Octubre 2025

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Torero de honradez y pundonor

Por: El Informador

Por Xavier Toscano G. de Quevedo

De nuestra bella, abundante y pródiga lengua castellana hay muchas palabras que en el Espectáculo Taurino, se han escogido y adaptado para que ser utilizadas y que forme parte de un vocablo muy privativo y particular, que inclusive han dado paso a la creación de tratados de terminología taurina, tan amplios, profusos y sorprendentes como todo lo que rodea a nuestra hermosa Fiesta Brava.

Uno de estos términos es “vergüenza”, y que más comúnmente se acompaña con otro vocablo que es el de “torero”, dando como resultado de su conjunción  “vergüenza torera”, que en el lenguaje de nuestra Fiesta indica “el pundonor y la honestidad que muestra un torero en todas sus actuaciones”.    

Antonio Lomelín Migoni, con una gran “vergüenza torera”, fue de los toreros importantes de los años setenta y ochenta en nuestro país y con muy significativos logros en ruedos españoles, que seguramente por diversas circunstancias e imponderables de su tiempo, no llegó a los niveles de las grandes figuras con las que siempre alternó, pero su carrera siempre estuvo matizada por triunfos importante así como también lo acompañaron percances gravísimos sin que por ello mermaran las condiciones, voluntad y gran afición de este “señor de los ruedos”.  Diestro brillante fue Antonio, dominador de todas las suertes fundamentales del torero, estando ya escrito con letras de oro, su nombre en la historia de los matadores de toros que mejor han realizado la suerte suprema.

Nació Antonio en el paradisiaco puerto de Acapulco el 26 de diciembre de 1945 —estaría por cumplir 67 años— desde niño sitio agrado y la vocación de ser torero, caminando la legua como muchos de sus compañeros en busca de festejos en donde pudieran tomar parte, hasta que finalmente logró vestirse de luces por primera ocasión en la plaza de La Aurora de Ciudad Nezahualcóyotl el 11 de octubre de 1964.

Pronto se fijan los empresarios en el joven novillero de Acapulco, su disposición e incuestionable valor, lo trae a nuestra bella Perla de Occidente, presentándose en “El Progreso”, un 4 de abril de 1965, alternó Antonio con José Luis Núñez y Rogelio Leduc, los novillos de la dehesa de Garabato. Después de su debut en Guadalajara, marcha a la capital para partir plaza en el coso de Insurgentes el domingo 9 de mayo del mismo año, alternando con Genaro Montes y Rubén Ortega lidiando reses de Piedras Negras.   

Regresa al coso del Hospicio un año después,  el domingo 2 de octubre de 1966 con Manolo Rangel y Gonzalo Iturbe, lidiando novillos de don Gustavo Álvarez. Partió plaza como novillero por última vez en “El Progreso” el 29 de enero de 1967 en la tradicional corrida por El Estoque de Plata, alternando con Manolo Rangel, Guillermo Montes Sortibran y Pepe Orozco, las reses de esa tarde del hierro jalisciense de Cerro Viejo.

Continúa la preparación de Lomelín por diferentes cosos de nuestra republica, con presentaciones y triunfos muy significativos llamando poderosamente la atención de los aficionados por su entrega y valor estoico que mostraba en cada tarde. Finalmente Antonio está listo para la alternativa, que recibiría en la tradicional fecha del 20 de noviembre en la plaza “Revolución” de la ciudad de Irapuato; su padrino Manuel Capetillo y atestiguando la ceremonia Joselito Huerta, que le cedieron al toro “Tupinamba”  de la ganadería tlaxcalteca de Rancho Seco, en el segundo de su lote Lomelín recibe una grave cornada, un dramático hecho que lamentablemente acompañaría al torero en muchas ocasiones en su paso por los ruedos.

Pasados tres meses de su alternativa, confirma su doctorado en la Plaza “México” el 18 de febrero de 1968, para está importante ocasión le apadrina Joselito Huerta y de testigo el fino torero Chucho Solórzano, ante astados de José Julián Llaguno.  Gran año para Lomelín, que se coloca en el primer lugar del escalafón de nuestro toreros, situación de privilegio que lo lleva a presentarse en ruedos de España. El 25 de julio de 1969 parte plaza en “La Monumental” de Barcelona —hoy caprichosamente cerrada— alternando con Adolfo Ávila “El Paquiro” y Pablo Gómez Terrón con toros de Sánchez Cobaleda.

En la feria de San Isidro de 1970, confirma su alternativa el 28 de mayo, como padrino de tan significativa fecha, Andrés Vázquez y de testigo José María Inchausti “Tinín”, que le ceden al toro “Montillano” de la dehesa andaluza de Alonso Moreno de la Cova, abriendo el festejo el rejoneador portugués David Ribeiro Téllez. Lomelín sale a hombros de los aficionados por la Puerta Grande del coso de “Las Ventas” al cortar una oreja en el de la alternativa y dos de su segundo astado.

En 1971 regresa a la capital española, para actuar dos tardes en la feria de San Isidro, siendo la segunda, el sábado 22 de mayo un hecho histórico en su carrera con la presentación en la plaza de “Las Ventas” de la ganadería tlaxcalteca de Mimiahuapan de don Luis Barroso Barona. Alternó esa tarde con Victoriano Valencia y José Luis Parada, abriendo el festejo el rejoneador Fermín Bohórquez, una oreja para Lomelín en su primero y vuelta al ruedo al bravo toro cuarto de la tarde, con el que no pudo Victoriano Valencia.

“Bermejo” de la ganadería de Xajay, fue probablemente la cornada más grave y dramática de su carrera; la tarde del 16 de febrero de 1975 en la plaza “México” al poner un par de banderillas en los medios, el burel le infirió la cornada a Antonio, que con su abdomen totalmente abierto, corrió a la barrera entre la angustia de los aficionados y la ansiedad y consternación de sus alternantes, Rafael Gil “Rafaelillo” y Antonio José  Galán.

Se han cumplido 45 años de su alternativa. Así fue la vida de este honesto e íntegro torero,  que ejercicio con profesionalismo su vocación, mostrándola en todos los ruedos del mundo en los que actuaba. Personajes como él se extrañan en esta época, son imprescindible y ejemplos para la Fiesta, en donde la figura es y será siempre el autentico Toro. Porque toreros como Antonio Lomelín, jamás olvidaron que éste extraordinario y sorprendente mundo, vive y existe única y nada más,  gracias a su  Majestad El Toro Bravo.
 

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