Ideas | San Nacho Por: Martín Almádez 25 de julio de 2011 - 02:00 hs Alrededor del templo de San Ignacio de Loyola, calles aledañas a Ávila Camacho y Circunvalación, se ubica la colonia Niños Héroes, la más pequeña de Guadalajara, según testimonio de vecinos, quienes este 31 de julio conmemoran la fecha luctuosa del fundador de la Compañía de Jesús -más conocida como “los jesuitas”- con una verbena que suma ya 61 años de tradición. Los valores de los pueblos son signos de su propia identidad. Y alrededor de la máxima figura jesuita, se presentan algunos síntomas de la diversidad de la que goza Guadalajara. Y no podría ser de otra manera, si en la trayectoria del santo español los contrastes fueron el común denominador, al pasar de la milicia a los libros y de la enseñanza a los altares. Cojo por el daño de un cañón francés en la defensa de Pamplona, Íñigo, San Ignacio para los de este tiempo, se refugió, como lo hiciera Don Quijote, en las novelas de caballería en las que alimentaba su espíritu conquistador y aventurero que acabara canjeándolo por el de predicador, labor que culminara en la fundación de la Compañía de Jesús, grupo iniciado bajo la venia de Roma y caracterizado por su pensamiento propositivo y autocrítico y por su débil carácter ortodoxo. Íñigo decidió cambiar su vida a edad madura y aprendió gramática latina a los 33 años, pese a las burlas de sus jóvenes compañeros. Al entregarse a una vida silenciosa dudaba constantemente entre el placer de los sentidos que encontraba en sus lecturas y el deleite de la vida mundana. Y dentro de ese perfil dubitativo consiguió la claridad de pensamiento y de espíritu que lo llevó a ser uno de los hombres (y santos) más grandes y seguidos. Cada fin de julio, como muchas fiestas patronales, pero como pocos espíritus barriales, los vecinos de San Nacho, evocan la memoria de este Santo (1491-1556), con las manifestaciones multitudinarias con las que se vive y reactiva esa fuerza social que solo es posible cuando se expresa la fraternidad y el amor por el otro. Participan desde los más pequeños que son las famosas Migajas hasta los más ancianos que ponen a reventar el “plurigonal” y sobrio templo que se extiende por calles y avenidas, escuelas y unidades deportivas, con algarabía, alabanzas, fuegos artificiales con castillo y torito incluidos, juegos mecánicos, rifas, comida de la conocida y de la inimaginable, trofeos deportivos, peregrinaciones, y como punto de cierre que en realidad significa el inicio de la vida mundana, aparecen las bandas con tambora y trompeta estridente que apostadas en la Puerta de Hierro (punto de encuentro en calle cerrada), retumban desde el parque hundido de Circunvalación hasta los límites con Plan de San Luis, porque ahí ya reina otro templo y otro Santo que también tiene su día, aunque incomparable con el jocoso San Nacho Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones