¡Qué baile Salomé!

No es común que los presidentes municipales en pleno pidan la renuncia de un secretario del gabinete estatal. Tampoco es raro, tratándose de presidentes de un partido y gabinete de otro. Pero tan no es común que no lo habían hecho con los secretarios con los que los alcaldes tienen mayor roce, por no decir pleitos, como son el de Vialidad y el de Desarrollo Urbano. Hay pues que tomar en serio el tema, no porque González Márquez les vaya a entregar en una charola de plata la cabeza del secretario de Desarrollo Humano, Martín Hernández Balderas como Herodes a Salomé, la de Juan el Bautista (para empezar, los alcaldes no tienen los atributos y la gracia en el escenario que, dice la Biblia, tenía la joven hijastra de Herodes Antipas, ni el señor Hernández la importancia del Bautista) sino por lo que significa. Martín Hernández no es sólo un secretario; es el jefe de campaña de Fernando Guzmán Pérez Peláez en la búsqueda de la candidatura. Lo es, por supuesto, con la anuencia del gobernador del Estado. Esto significa que Hernández Balderas tiene la autorización del gobernador para usar el cargo y operar políticamente a favor de quien es el candidato oficial de Emilio González; tienen la anuencia para usar la nómina y los listados de beneficiarios de los programas sociales para favorecer a un candidato y, por supuesto, a su partido. Sí, está haciendo exactamente lo mismo de lo que tantos años el PAN se quejó que hacía el PRI en tiempos de Salinas y de Zedillo, y sigue haciendo en los estados que gobierna. En esta lógica, que los priistas por supuesto que entienden muy bien, la Secretaría de Desarrollo Humano ha abandonado programas en los municipios donde gobierna el PRI, básicamente los de la zona metropolitana, para canalizarlos a donde puedan generar mayores rendimientos políticos. Como los recursos siempre serán escasos, los pobres numerosos y los políticos mañosos, no hay dinero que alcance. Lo que están haciendo los priistas es echar la luz y la lupa a una secretaría que en la práctica es la operadora política de Acción Nacional. Lo verdaderamente grave del asunto es que la pobreza en Jalisco no solo no disminuyó, sino que aumentó. Hay muchas formas de leer los datos del Coneval. Se puede decir con justa razón que los apoyos institucionales pese a todo crecieron, y que fue el ingreso lo que arrastró a más jaliscienses a la pobreza, pero igual de cierto es que la Secretaría de Desarrollo Humano pudo haber hecho mucho más de lo que hizo y nuestro dinero hubiera dado mucho mejor resultado si el secretario estuviera concentrado en su chamba y los recursos se hubieran aplicado correctamente. En cualquier país democrático los resultados de Coneval hubieran sido suficientes para que el secretario pusiera su renuncia en la mesa pues, por la razón que sea, su encargo no se cumplió. En México renunciar es una palabra que los políticos eliminaron del diccionario por las mismas razones que Herodes eliminó al Bautista: para evitar habladurías. La palabra renuncia fue decapitada. ¡Qué baile Salomé!