Ideas | Los barcos de Calígula Por: María Palomar 3 de julio de 2016 - 02:00 hs Los barcos de Calígula El tercero de los emperadores de la fina y amable familia de los julio-claudios, conocido por el mote de Calígula, se llamó al nacer en el año 12 dC Gayo Julio César Germánico, y al subir al trono en 37 adoptó el nombre de Cayo César Augusto Germánico. Calígula tuvo y tiene muy mala prensa, sin duda por sólidas razones, aunque la historia de su reinado es problemática para los historiadores por la escasez de fuentes contemporáneas (Filón de Alejandría y Séneca, que cuentan poco; hubo textos más extensos y precisos, pero se perdieron), y décadas más tarde, aunque basándose en ellas, escribieron acerca de Calígula Josefo, Tácito, Plinio el Viejo, pero fueron Dion Casio y Suetonio los principales encargados de transmitir un retrato de tintas muy negras. En la extraordinaria serie Yo, Claudio (BBC, 1976), tomada de las novelas de Robert Graves, la recreación del personaje de Calígula se apega por completo a las descripciones de Suetonio, y un jovencísimo John Hurt, con realismo estremecedor, despliega la arrogancia, los caprichos, la crueldad y la locura de Calígula. Entre sus fantasías y megalomanías, Calígula mostró una muy clara obsesión con los barcos. En el año 39 mandó construir un puente flotante de más de 5 kilómetros, usando como pontones todos los barcos de que pudo echar mano, desde el balneario de Baiae hasta el puerto de Puteoli (en el golfo de Nápoles). Para superar la hazaña de Jerjes al cruzar el Helesponto, Calígula atravesó el puente en su caballo Incitatus (al que, según se dice, quiso hacer cónsul) y vistiendo la coraza de Alejandro Magno. Cuando se construía el aeropuerto Leonardo da Vinci de Roma, en Fiumicino (que alguna vez fue un puerto cercano a la embocadura del Tíber), se hallaron los restos del “barco gigante” (también llamado “el barco redondo”) de Calígula. Era una enorme barcaza (de alrededor de 100 metros de eslora por unos 20 de manga), de seis cubiertas, que desplazaba más de 7 400 toneladas y tenía una tripulación de 800 hombres. Plinio el Viejo cuenta el hundimiento programado de una gigantesca embarcación que había servido para transportar desde Heliópolis, en Egipto, el obelisco mandado traer por Calígula y que ahora está en la plaza de San Pedro. El “barco gigante” fue rellenado de hormigón para conformar un espigón que contenía un fondeadero y se usaría para cimentar un gran faro en Ostia, copia del de Alejandría. Pero Calígula, en su breve reinado de cinco años (37-41), además de cometer muchas tropelías, también tuvo tiempo de cumplirse un montón de caprichos, uno de los cuales fue mandarse hacer unas grandes naves de recreo en Nemi, una laguna bastante pequeña, de origen volcánico llamada en la época romana lacus Nemorensis, o también Speculus Dianae (el espejo de la diosa Diana). Nemi está a unos 35 kilómetros de Roma y no lejos de Castel Gandolfo. En la comarca se celebraba un culto de origen prerromano, pero que se mantuvo a lo largo del periodo imperial, a Diana Nemorensis (de los bosques), centrado en el lago que de ahí tomó su nombre. Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones