Miércoles, 04 de Diciembre 2024

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La Primavera y el Negro Animal Tristeza

Por: Martín Casillas de Alba

La Primavera y el Negro Animal Tristeza

La Primavera y el Negro Animal Tristeza

El 23 de abril de 2012 amanecieron en Guadalajara con la siguiente noticia: “Las llamas del fuerte incendio que se desató el sábado pasado en el Bosque La Primavera no dan marcha atrás. Y a ellas se suma un nuevo brote, que fue detectado por los brigadistas en un predio conocido como Aguadulce, en el municipio
de Zapopan.”

Tal vez por eso estuve con el estómago fruncido mientras veía la obra de teatro Negro Animal Tristeza dirigida por Rodrigo Johnson y con el elenco de la Perpetua. La semana que entra estará esta puesta en escena en el Teatro Experimental de la Universidad de Guadalajara (viernes 25 a las 20:30 horas; sábado 26 a las 19:00 y el domingo 27 a las 18:00).

La rabia que nos invade, la impotencia cuando sucede un accidente que acaba con la naturaleza y con lo que más queremos es total, aunque nada estuviese bien antes que sucediera, pero que hace una gran diferencia entre el antes y el después, tal como sucede con cada una de las tres parejas a las que les cae la espada de Damocles encendida en llamas infernales para que ruedan las cabezas y lo negro se haga presente, surja lo animal y todo quede bajo la sombra del árbol de la tristeza un día cualquiera después del cual nada volverá a ser lo mismo: la destrucción, el luto y la tragedia —como imaginó la berlinesa Anja Hilling— nos la cuentan de manera especial por la guapa Pilar Valdés, la genial Francesca Guillén, una actriz pequeña de estatura, pero grande en su actuación; Humberto Solórzano con una voz extraordinaria; Jorge Zárate, un actor de lujo y con ese humor tan negro como lo anuncian; Jorge Carriedo y Max Flores que empiezan un día que decidieron ir de día de campo a un bosque donde se les ocurrió prender una fogata.

Es un juego en el tiempo y en el espacio donde pasan de la primera persona en el presente, a una narración en tercera persona, como si fuesen reporteros que cubren lo que pudo haber pasado en el bosque de La Primavera en abril de 2012, cuando las llamas ya no se podían controlar y vaya usted a saber todo lo que producen. Como lectores podríamos haber escuchado esto mismo que leímos hace más de un año cuando eran “las 11:00 de la noche del domingo 22 de abril y estaban a la entrada al bosque de La Primavera… es la primera vez que los veo. Vienen en sus camionetas y tienen el rostro cansado, lleno de tizne. Bajan a comer enfundados en sus trajes amarillos, con su mochila al hombro, cargando un pico y una pala: son los brigadistas, los hombres serranos que combaten incendios forestales…”

Hablan en tercera persona como si trataran de evocar y volver a actuar lo que habían vivido. Nadie puede creer lo que pasó. Algunos huyen para salvar el pellejo, otros desaparecen o mejor se esconden mientras digerimos los cambios producto del accidente y lo inesperado que puede suceder entre las personas o en la naturaleza.

Negro animal y la tristeza y la culpa que los desborda, los ahoga, los tizna como el humo que nos puede asfixiar. Para purificarse y vivir la catarsis con esta obra pues, como dice Vargas Llosa: “Una buena obra de teatro es el mejor simulacro de la vida y la mejor manera de conocernos a nosotros mismos.”
 

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