El teatro de la política

La política es la puesta en escena del poder. Por eso está llena de actos rituales, de formas pomposas, de acuerdos formales, de abrazos fastuosos y montajes. No todo en la política es mentira, pero muy poco de lo que ahí sucede es verdad; es decir, lo que se ve no es lo que es, y lo que es, se encuentra escondido entre la parafernalia de las formas. Entre los periodistas existe el dicho de que si tu madre te dice que te quiere, mejor cheques la fuente, no vaya a ser una volada; hay que desconfiar de todo. Igual podríamos decir si un diputado te da la hora, mejor marcar al 030 porque ya está visto que los diputados pueden falsear, incluso inventar, que existe un reloj legislativo. ¿Les debemos creer a los diputados que afirman estar de acuerdo en que se vaya el auditor, que efectivamente así es? ¿Les debemos creer a los que votaron ayer en la comisión, que efectivamente no hay nada que hacer jurídicamente para sacar del cargo a un personaje que abusó de su puesto? Los diputados que votaron a favor del dictamen que decía que no existen elementos jurídicos para procesar al auditor tienen razón, pues hicieron un dictamen para votarse a favor. Lo que dice en el documento es que, como no ha salido la auditoría que está haciendo el mismo auditor, no hay manera de procesar al auditor (son unos genios). La conclusión es que no hay elementos jurídicos. Esto es, lo que hicieron los diputados del PRI y PRD de la Comisión de Vigilancia fue una puesta en escena para justificar una decisión previamente tomada. Pero el Óscar a la mejor actuación se lo llevaron los diputados del PAN, Isaías Cortés y Alfredo Argüelles, que se salieron de la sesión armando un teatro, diciendo que lo que estaba pasando en la comisión era un teatro, pero no se quedaron para votar en contra, como sí lo hizo el diputado del Verde. Lo hicieron para quedar bien con la tribuna, no para tomar una postura distinta. Si alguien sabe cómo está el tema del manejo de los dineros de la pasada legislatura es Argüelles, que fue secretario general, así que puede guardarse su indignación para un público más ingenuo. Está claro, pues, que lo que quieren los diputados es no tomar decisión alguna sobre el caso del auditor y que las cosas sigan como están. La clase política siempre tenderá a protegerse entre sí, es una manera de evitar futuros riesgos y de tener fichas de intercambio. Si la política es teatro, lo que toca es atacar por la misma vía: poner en escena la indignación ciudadana. Los ciudadanos hemos abandonado la protesta porque, creíamos, en la democracia el diálogo y la opinión pública podían canalizar de manera eficiente el descontento. Hoy está claro que no, que el descontento hay que hacerlo explícito y ponerlo en escena.