Lunes, 24 de Marzo 2025

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El riesgo de usar valet parking

Por: Sergio Oliveira

El riesgo de usar valet parking

El riesgo de usar valet parking

 En la tarde del 18 de julio pasado, algunos peatones que caminaban por la calle Prisciliano Sánchez, en el centro de Guadalajara, tuvieron el susto de sus vidas. Sus oídos escucharon primero un golpe difícil de identificar, luego hubo un silencio que duró la eternidad de una fracción de segundos antes de oír otro golpe seco y percibir, ante sus todavía incrédulos ojos, que un auto, literalmente, “caía del cielo”. Cuando el Mercedes-Benz Clase C tocó piso, con las cuatro ruedas volcadas hacia arriba, el más asustado era el conductor, quien trabajaba como valet parking y que, gracias a que el auto era un Mercedes y no uno de menor valor, tecnología y seguridad, salió ileso del accidente. El mayor susto, sin embargo, seguramente lo tuvo el dueño del auto involucrado cuando llegó a recogerlo, minutos después. Apenas puedo imaginar la expresión en su rostro cuando el que le haya tocado explicarle, le dijo algo como: “Señor, ocurrió un pequeño incidente con su vehículo”. Lo peor es que todos estamos expuestos a algo así, parte por culpa de la autoridad, parte nuestra.

Los valet parking son fruto de la escasez de estacionamientos, pero también de la búsqueda por comodidad. Muchas veces las personas utilizan sus servicios por conveniencia, para no maniobrar hasta dentro del estacionamiento de un hotel o un centro comercial. En otros casos, son simplemente un recurso ante la ausencia de lugares donde estacionar nuestro auto. Esto ocurre con restaurantes, centros de entretenimiento y eventos, entre otros. La mayoría de los que usamos esos servicios, sea por necesidad o flojera, damos por descontado que nuestro auto estará seguro con el valet parking, lo que es muy optimista de nuestra parte.

En la película “Un experto en diversiones” (título original de Ferris Bueller’s day off), protagonizada por el actor estadounidense Matthew Broderick, el protagonista, su novia y un amigo salen a pasear con un Ferrari 250 GT de 1962 y lo dejan en un estacionamiento con valet parking. Apenas salen ellos por un lado y el valet y un amigo salen por el otro a dar el paseo de su vida con el hermoso Ferrari. Ese es sólo uno de los riesgos a que nos sometemos cuando dejamos un auto en el valet. Y mientras más caro y raro el auto, mayor el riesgo, no necesariamente por el precio del coche, sino por lo atractivo que resulta para los que lo maniobran.

Desafortunadamente en muchos casos el valet parking es un mal necesario. Esto se debe al crecimiento imparable de la cantidad de autos en las ciudades, sin que sea acompañado del necesario aumento de la infraestructura. Los enemigos del auto argumentan que las ciudades ya no deben hacer estacionamientos, con el objetivo de desincentivar el uso del automóvil. Pero incluso en Nueva York, más específicamente en Manhattan, la elegante y caótica isla donde todo ocurre, que adoptó la política de disminuir la cantidad de estacionamiento desde 1982, la División de Transportes del Departamento de Planeación reconoce, en un estudio publicado en diciembre de 2011, que hace falta lugares para estacionar en la ciudad, puesto que muchos van a Manhattan en auto debido básicamente a “necesidades de trabajo”; por “transportar a otras personas o objetos” o simplemente porque “no hay buen transporte público”. Obviamente Guadalajara adolece de este mismo mal, probablemente en un estado más grave.

Porque incluso cuando reconozco que es comprensible y necesaria la medida de disminuir la cantidad de autos en el centro de las grandes ciudades e incentivar el uso (y la calidad, obviamente) del transporte público, fuera del primer cuadro seguimos con problema serios de estacionamiento. Dejar el auto en uno de los restaurantes de la avenida Terranova, en Guadalajara, resulta casi imposible. En ciudades como San Gabriel, en California, un restaurante necesita por ley un espacio de estacionamiento por cada 9.2 metros de área construida. Y no es que en México no existan leyes similares, el problema es que no se cumplen.

Así que, atrapados ante la necesidad de usar el servicio de alguien que maniobra nuestro auto, solo nos queda tomar algunas precauciones como: acudir en el auto menos caro y menos “diferente” que se pueda; anotar el kilometraje del auto en la boleta que nos entrega el maniobrista y hacerlo ver que lo estamos anotando, además de dar una buena propina, haciéndole saber que, si el auto llega bien y con el mismo kilometraje entregado, habrá otra. Esto saldrá más barato que una reparación o, peor, robo del auto en cuestión, ya que la mayoría de los establecimientos no se hacen responsables por daños ni robo parcial o total del auto dejado en valet.

También es recomendable no dejar en el auto tarjetas de presentación con nuestra dirección de casa u oficina; no poner en el GPS (si el auto lo tiene), lugares programados como “casa”, “oficina” o “casa de mis suegros”, porque se han dado casos de valet parking que aprovechan el auto para ir a la casa del dueño a robar y/o secuestrar.
Sí, el tema del estacionamiento es muy serio. Y del valet parking también. Particularmente prefiero evitar lo máximo ir a cualquier lugar al que sepa que no hay estacionamiento formal y al menos relativamente seguro. Para mí, los estadounidenses siguen teniendo la razón cuando afirman que: “No parking, no business”.

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