“No es una norma absoluta, pues encontramos excepciones en la gente de los Estados del Norte y en la gente del campo (siempre y cuando se logre romper ese mutismo y esa actitud de reserva). En el trato social sucede lo mismo, no da la cara, siempre acude a alguien que hable por él. Una cosa es lo que dice y otra es lo que hace”Así lo señalan Julian Matute y Ma. Isabel Matute R. en su libro el Perfil del Mexicano.Lo plantean como un complejo de inferioridad, porque al no dar la cara a las personas y a los problemas, entonces es más fácil recurrir “con toda tranquilidad a mentir y a engañar a los demás, y por más confianza que se le dé siempre se mantiene reservado”.Es una manera fuerte de concluir sobre nuestro perfil, pero puede que si sea muy común que se nos facilite “decir mentiras por falta de carácter y dificultad para comprometerse con algo” Y agregan “el mexicano tiene miedo de decir lo que sien te y lo que piensa. Y en cuestiones de dinero, el temor se acrecienta”.No suficiente con la aseveración anterior, los autores arremeten “su mismo deseo de aparentar lo que no siente, para ocultarse, lo lleva a mentirse a sí mismo”.En poca palabras el complejo de inferioridad nos lleva a querernos ocultar, ante nosotros mismos y los demás, lo que realmente sentimos y pensamos. Y con tal de no revelarlo, caemos fácilmente en la mentira. Es decir en la hipocresía.“La música mexicana en su ritmo es alegre no así su letra que es profundamente dramática y sentimental. Lo que sucede es que la música es la expresión de su psicología, lo que lleva en el fondo” indican los autores.Es decir que proponen una vida doble, en la superficie somos alegres, con una sonrisa permanente, y en realidad estamos que nos lleva la chi....¡¡¡¡Parece irremediable que el interior no sea congruente con el exterior, dentro de nuestra hipocresía se asoma una manifiesta falsedad.Mostramos una cara y unos gestos, y en realidad no los sentimos. Expresamos pensamientos que en verdad no creemos. Aceptamos algo, y en el fondo no estamos convencidos. Decimos que vamos a una cita y no llegamos. Nos comprometemos a pagar y acabamos debiendo.Tal vez no sea un complejo de inferioridad, sino más bien un trastorno de nuestra identidad. No conectamos el interior con el exterior, le tememos a expresar los sentimientos y lo que realmente pensamos.Y si parece muy frecuente que los mexicanos ocultemos lo que verdaderamente somos y creemos, quizá hasta pena nos da mostrar la madera y el cobre del que estamos hechos.Por eso nos es fácil mentir, ser hipócritas y hasta presumir lo que no somos ni tenemos.El remedio es evidente. Antes de expresar o decir algo, conéctelo correctamente con su interior y no lo disfrace ni maquille. La sinceridad y la congruencia es nuestra medicina. Mejor callar que ser hipócrita.