Ideas | El cardenal de Guadalajara Por: Cuauhtémoc Cisneros Madrid 31 de julio de 2011 - 02:00 hs El cardenal de Guadalajara Pretender ser omisos en con respecto a la influencia que viene ejerciendo en el terreno político el cardenal Juan Sandoval Íñiguez es tanto como querer “tapar el sol con un dedo”, sobre todo a partir del posicionamiento del Partido Acción Nacional (PAN) en los gobiernos municipales y estatal de Jalisco, de ahí que una despedida como la que le organizaron tiene su razón de ser, aun y cuando se trate de un hecho controvertido y que atenta en contra las otras iglesias existentes en la entidad y país –para no ir al terreno constitucional-. De igual manera se podría decir de la influencia que en el terreno clerical ejerce el propio Sandoval Íñiguez en el ámbito nacional, y ni qué decir en el Vaticano, en donde ha podido convivir con la más alta jerarquía, que va desde Papas –por lo menos los dos últimos- hasta los demás miembros que gobiernan la Iglesia Católica en el mundo. Ahora bien, señalado como “ave de tempestades” por no tener la prudencia necesaria –según sus más críticos detractores- el cardenal Juan Sandoval ha llegado al final de su encomienda pastoral, pero de antemano queda claro que con o sin la responsabilidad directa de guiar a los fieles de su iglesia, siempre podrá opinar acerca de lo que suceda en nuestra comunidad, pues es su derecho como ciudadano. Por lo que hace al homenaje que le organizó el Gobierno de Jalisco, habría de entenderse como una acción oportunista más de quienes toman las decisiones en el Ejecutivo, mismos que iniciaron realizando estudios bíblicos en la propia Casa Jalisco, sin que ello tuviera algún reflejo en la forma de gobernar, pero luego vino la “mentada” pública a los jaliscienses, en presencia del propio prelado, quien con su silencio –en ese momento- pareció aprobar el hecho, no sólo de las malas palabras proferidas, sino el estado inconveniente en que se encontraba el hoy aspirante a la candidatura del PAN para la presidencia y la disculpa ofrecida hacia su investidura. Por supuesto que no han faltado las voces de reprobación, pero en términos generales la población se desatendió de la polémica y solamente quienes sufrieron las consecuencias de los problemas viales tuvieron tiempo de reprochar o reprobar la falta de atención de las autoridades que no atendieron con señalamientos y/o personal suficiente para eficientar el tráfico y caos provocado en la zona del homenaje, que combinado, con las obras que se realizan de pavimentación en diferentes puntos de la ciudad, redujeron los espacios de tránsito. En fin, que al hombre habría que desearle larga vida, mientras que al jerarca eclesiástico el agradecimiento por su trabajo a favor de la sociedad, aunque por supuesto, como ya lo ha dicho él mismo: calladito se ve mejor. Recibe las últimas noticias en tu e-mail Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones