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Descomposición de los tejidos orgánicos
En la colaboración próxima pasada expusimos la composición de los tejidos de las plantas. Ese fue el membrete.
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En los tejidos existen compuestos característicos que llegan a la descomposición o degradación unos más fácil y rápidamente que otros; entre los difíciles están la lignina, los aceites y las grasas, también las resinas. Estas se encuentran en los complejos intermedios y con cierta resistencia, mencionamos nuevamente las resinas las ceras aceites y grasas sin que olvidemos la lignina.
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Encontramos así mismo los que se descomponen fácilmente como la celulosa, almidones, azucares, proteínas, etc. Otros productos de descomposición son los aminoácidos, amidas, alcoholes, aldehídos, etc.
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El interés que nos lleva al tema del título, es informar a nuestros amigos agricultores los que sin duda alguna, saben que sus productos bajo cultivo tienen contenidos de alguna calidad y cantidad; tradicionalmente los comerciantes en yerbas medicinales y en especias y yerbas de olor, han manejado en el mercado del comprador final sus productos que, de alguna manera le son útiles al hombre y a los animales.
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Se deduce pues, de la lista anterior que la naturaleza química de los tejidos de las plantas es muy
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complicada. Su incorporación al suelo debe producir reacciones complejas que originan residuos, que serán igualmente complejos. En consecuencia, la identificación de las sustancias individuales es, en general, muy incierta. Solo cuando los procesos están más o menos acabados se producen compuestos sencillos, como el anhídrido carbónico y el agua en abundancia.
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Encontramos proporciones en la descomposición.- sin tener en cuenta la complejidad de los tejidos originales, los especialistas en histología vegetal han obtenido datos para indicar la resistencia relativa de sus varios grupos orgánicos de descomposición, esta es una fase sin duda de gran significación práctica. Los compuestos hallados en los tejidos vegetales pueden ser detallados según su facilidad de descomposición. Así mencionamos nuevamente a los azucares, almidones y proteínas sencillas; proteínas propias, hemicelulosas, celulosa, ligninas, grasas y ceras, estos últimos seis se descomponen muy lentamente.
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Puede recordarse que todos estos compuestos son corrientemente descompuestos al mismo tiempo, cuando se añaden al suelo tejidos vegetales frescos. Aquí tenemos el principio del compost o composta, como se ha venido mencionando muy de moda, la manera de entender la materia orgánica. La proporción de estas descomposiciones, sin embargo, disminuye a medida que se desciende de los primeros a los últimos
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compuestos de la lista. Así, los azucares y proteínas solubles en agua son ejemplos de fuentes de energía asimilables para los organismos del suelo. Las ligninas son muy resistentes como alimentos, a pesar de que, eventualmente, producen mucha energía total. Aquí debemos introducir nuestra insistencia en el trabajo agronómico de la frecuente aireación del suelo y el sostenimiento de un constante o rango de humedad, factores con los que se apoya el movimiento dinámico de los microorganismos del suelo que, al final son los responsables de la fertilidad de la tierra.
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Se presenta también la descomposición por procesos de combustión. A pesar de estas diferencias en las proporciones de descomposición de los varios compuestos orgánicos, la semejanza de los últimos productos de desintegración es casi asombrosa, especialmente si intervienen los organismos aerobios. Bajo tales condiciones la mayor parte de todos estos compuestos se producen esencialmente por un proceso que podríamos llamar de combustión dicho entre comillas, u oxidación. Las fracciones oxidables de los materiales orgánicos están formadas en gran cantidad por carbono e hidrogeno, que constituyen más de la mitad del peso seco.
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Se ha reconocido y a la vez establecido desde luego, que hay reacciones y muchos pasos intermedios en los procesos. Es de interés conocer que también ocurren muchas otras reacciones secundarias simultáneamente
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que engloban otros elementos a parte del carbono y el hidrogeno. Ninguno de estos hechos, no obstante, resta importancia a las reacciones fundamentales alterando mucho la composición de la materia orgánica del suelo.
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Las proteínas de las plantas y compuestos citados producen otras sustancias muy importantes, por descomposición, aumentando el anhídrido carbónico y agua mencionados antes. Así que los fitotecnistas bien podemos “juguetear” para lograr características específicas en un vegetal que cultivemos. Por ejemplo, se desintegran en amidas y aminoácidos de varias clases, dependiendo el coeficiente de ruptura de diferentes condiciones. Las bacterias, hongos, actinomicetos y otros organismos del suelo intervienen en las transformaciones, incorporando algo de nitrógeno en los propios tejidos de sus cuerpos como consecuencia de la digestión.
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Algunas proteínas pueden combinarse con la lignina y otros compuestos resistentes y se transforman en parte en el humus del suelo. Así, la proteína está protegida, por lo menos temporalmente, de la descomposición enzimática. Una vez formados los aminoácidos, pueden ser hidrolizados rápidamente dando anhídrido carbónico, compuestos amónicos y otros productos. Por el proceso de nitrificación, los compuestos amónicos pueden transformarse en nitratos, bajo cuya forma las plantas superiores consumen una gran proporción de su nitrógeno.
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Hemos expuesto lo que toca en parte la química agrícola, en sus variantes de orgánica, inorgánica y enzimática; nuestros amigos productores con visión progresista llegaran a entender los ciclos biológicos de sus cultivos desde la siembra de la semilla hasta la cosecha de sus productos, con lo cual el consumidor final será el ganador
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El autor es productor asesor-consultor Correo ing.sierra@yahoo.com.mx
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