Como ya no tengo gente a quien mandar, ni persona alguna que me mande, es una verdadera delicia para el cuerpo y el espíritu el ocio “fecundo y creador” que como jubilado en el hoy practico; lo anterior me permitió el encuentro con una persona que fue mi alumno en primer año de primaria al cual yo enseñe a leer y a escribir hace ya un poco más de 65 años cuando fui maestro de banquillo en la escuela primaria federal “José Clemente Orozco”.Lo primero que me dijo después de saludarme fue: Profe usted no se hace nada; ni la cirugía plástica replique; deveras, yo lo veo igual ¿Cómo le hace?, páseme la receta; alzando la voz para que me escucharan su esposa, sus dos hijos y su nieto que lo acompañaban. Es que me he dedicado con ahínco a buscar la fuente de la eterna juventud, en eso me he entretenido; haber profe, ¿cómo es eso?, se los voy a explicar: como me enteré que en la región andina, a 5 mil metros de altura había unas aguas termales que rejuvenecían, ¡pues halla me fui a bañar!; las encontré en la región de Oroya, Perú, me bañé varias veces y ¿qué creen que pasó? ¡Nada! seguí tan viejo como antes de que me bañara, pero eso sí, me divertí como no tienen idea en todo el recorrido, conocí un mundo diferente al nuestro como Tiahuanaco y Machu-picchu, el lago Titicaca.Después me dijeron que la mentada fuente la encontraría en Alaska y Canadá, y terco como soy me fui a buscarla, y lo mismo, nada de la fuente de la juventud pero a cambio tuve la oportunidad de admirar la nieve, los bosques y la fauna que es riquísima y así seguí en la búsqueda hasta que llegue a la selva del Peten en Guatemala y visité la plaza monumental de la ciudad Maya de Tikal donde dicen que si se acuesta en el centro de la plaza se siente uno rejuvenecido y cargado de energía y no obstante que recorrí la selva y la mentada plaza, no logré quitarme años pero lo que vi en los árboles fueron changos y changas por montones lo que hizo que de inmediato me retirara del lugar ante el temor de que me fuera a llevar la changada y seguí igual de viejo.Profe, pero si no ha encontrado la fuente de la eterna juventud ¿cómo es que en usted se ha detenido la añosa vejez que en nosotros se nota? Es que he seguido buscándola y me fui al cercano Oriente y en Egipto, África me metí a la tumba de los faraones y en las pirámides al llegar al centro de ellas lo único que encontré fue un calor sofocante y ninguna fuente y ninguna momia seca, ningún faraón embalsamado, ni sus joyas ni sus adornos, solo encontré ¡nada! No sentí ni cosquillas, ni comezón y menos que las arrugas que ya tengo se me quitaran, y así seguí busca que busca y recordé que dicen que el ocio es la madre de una vida… padre por eso mientras encuentro la fuente de la juventud todos estos años, ya viví feliz en compañía de mi familia, que es lo que el hombre, si es realista, debe buscar en la vida.