Jueves, 26 de Diciembre 2024

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— Cinismo

Por: Jaime García Elías

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¿Qué esperaban: petróleo...? Fiel a su espejo diario, al carácter de “cloaca” con que lo calificó algún “honorable” miembro de la Legislatura anterior, el Congreso del Estado hizo, en efecto, la función de desalojar las inmundicias que se habían acumulado y hecho crisis en el “caso Godoy”. La resolución de declarar legal lo que, desde la perspectiva de los entendidos en asuntos jurídicos, era a todas luces ilegal y, en consecuencia, improcedente y nulo, y el acuerdo, por mayoría de votos, de ratificar al auditor superior del Estado, bendecir las múltiples irregularidades —por no decir trapacerías— detectadas durante su gestión y, encima, los 9.8 millones de pesos que en flagrante contravención con la ley le otorgó el propio Congreso y con la mayor cara dura él aceptó, deja en la opinión pública la sospecha de que lo que debería ser el templo supremo de la ley en Jalisco, es —para decirlo amablemente— la casa de mala nota por antonomasia de quienes menos hacen en el Estado por honrar la susodicha ley. —II— Con los elementos de juicio de los que se disponía a partir del manejo que los medios de comunicación dieron al hecho, era obvio el consenso de la opinión pública. Por una parte, el auditor no había hecho con pulcritud la delicada encomienda que se le asignó; se enredó con “el cártel del Congreso” —permítase la expresión—, a partir de la máxima de do ut des (“hoy por ti, mañana por mí”) en un nauseabundo esquema de complicidades. Por la otra, independientemente de los indicios de que los diputados, en este asunto, no votarían en conciencia —lo cual tampoco hubiera representado la mínima garantía de que ese voto fuera a favor de la ética y de la legalidad más estricta— y sí lo harían por consigna, para asegurar la impunidad de los muchos que andan por ahí con larga y pestilente cola que les pisen, era obvio, también, que los dizque representantes populares no estaban obrando como tales ni honrando el voto de quienes, por el simple hecho de participar en las elecciones, los habían legitimado a priori en sus curules. —III— Decía ayer el diputado Roberto Marrufo que “sería el colmo que en esta casa donde se elaboran las leyes —el Congreso—, se viole la legalidad”... (La frase compite, ipso facto, por la medalla de oro en el campeonato mundial del cinismo).

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