Martes, 26 de Noviembre 2024
Entretenimiento | Cine convertido en arte

Volker Schlöndorff brinda su amor por México

El realizador captura la atención de la crítica y el público durante la visita al encuentro fílmico michoacano

Por: EL INFORMADOR

El cineasta alemán fue objeto de un homenaje por parte de la Filmoteca de la UNAM.  /

El cineasta alemán fue objeto de un homenaje por parte de la Filmoteca de la UNAM. /

MORELIA, MICHOACÁN (19/OCT/2011).- Es alemán por nacimiento, pero la verdadera patria de Volker Schlöndorff es el Séptimo Arte. Detrás de su aspecto bonachón se esconde uno de los cineastas más ingeniosos y apasionados del cine europeo, creador de cintas de culto donde ha explorado el amplio espectro de la naturaleza humana.

Schlöndorff se encuentra presente en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), donde ha cumplido con una apretada agenda de presentaciones, actos sociales y homenajes, aunque toda esa actividad no le quita el buen humor. Lejos de la imagen de frialdad con la que se suele relacionar a los alemanes, el cineasta se muestra dicharachero con todo el que le tenga paciencia a su español, y contento de poder tender nuevos lazos de amistad en un país del que afirma está “enamorado profundamente”.

El lunes, el realizador presentó en función de gala su película El honor perdido de Katharina Blun (1975) y estrenó en México la película Homo Faber (1991), parcialmente rodada en nuestro país. Es justamente la relación con tierra azteca lo que ha fascinado por años a Schlöndorff, quien aseguró que “en mi juventud viajé a México, una nación que me robó el aliento y donde conocí a una mujer que me robó el corazón”.

Divertido y siempre con una anécdota en los labios para compartir, el teutón reconoce que el romance con la dama mexicana “no prosperó, y 40 años después de ese suceso, me sigo preguntando por qué (risas)”.

Salvado por el cine


Previo a la proyección de Homo Faber, Volker compartió varios aspectos íntimos de su vida, reconociendo que “hace muchos años tuve mucho éxito en el cine y no lo supe manejar, me perdí en el camino. Terminé viviendo en Nueva York, divorciado, enamorado y sin aspiraciones en la vida”.

El realizador de la célebre película El tambor de hojalata señaló que en “esta época de mi vida salía y transitaba por la ciudad con una profunda desdicha. Una vez me subí al metro y me topé con que había mucha gente con peor suerte y más miserable que yo, y en ese momento rompí en llanto”.

Fue el cine y la posibilidad de crear lo que recondujo la vida del director por un camino mucho más luminoso, como él lo reconoce. “Ahora me siento muy satisfecho con mi carrera y feliz de poder visitar un país que quiero tanto y con el que he estado relacionado desde hace muchos años”.

Schlöndorff recibió el lunes por la noche la Medalla de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México, realizada con la plata que se obtiene a partir de la película fotográfica. “Creí que era plata de las minas de Taxco”, bromeó el cineasta, quien se dijo honrado por el reconocimiento “pues cuando fui joven también trabajé en una cineteca en Alemania. Claro, no me pagaban (risas), pero aprendí mucho del cine en esa experiencia”.

EL INFORMADOR / Juan Francisco González Rodríguez

PERFIL
Un creativo imparable

Director, guionista, productor y actor, el cine alemán no se entiende sin los aportes que le ha dado Volker Schlöndorff, nacido en 1939.

El realizador llegó a vivir a París en su adolescencia, ciudad donde en un ambiente cosmopolita y creativo fue marcado para comenzar a transitar por la senda cinematográfica, plasmando en la pantalla historias intimistas que exploran la naturaleza humana y siempre apoyadas en una estética sumamente cuidada.

POR CIERTO
Revela placa

Ayer por la noche el cineasta Volker Schlöndorff develó una placa que conmemora la novena edición del FICM, acompañado por el actor michoacano Damián Alcázar.

Originalmente el realizador alemán haría este acto acompañado por el director Emir Kusturica, quien el pasado lunes canceló de forma intempestiva su presencia en el certamen michoacano.


Velada entre estrellas
Presentan Las razones del corazón en el FICM

Con la presencia de Plutarco Haza y Arcelia Ramírez (en la foto), Alejandro Suárez y el productor Roberto Fiesco, se presentó el lunes por la noche en el marco del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) la película Las razones del corazón, la obra más reciente del director Arturo Ripstein, quien no pudo asistir a la presentación.

La cinta llegó precedida por las declaraciones de Ripstein contra el Festival de Cine de San Sebastián, una polémica que el propio cineasta declaró zanjada luego de pedir una disculpa pública.


Buenas opiniones
La ContraCRÓNICA

La edecán de sonrisa impecable, pantalones blancos entallados y el cabello recogido se acerca a los paseantes en el Centro de la capital purépecha. “Hola, como estás, buenas tardes, ¿no quieres opinar sobre el Festival Internacional de Cine de Morelia?”. Mientras dice eso, extiende  con la mano derecha un plumón en color rojo y señala a sus espaldas un lienzo de plástico en color blanco.

Los paseantes dudan un poco antes de aceptar la invitación. Unos dicen que no y siguen su camino. Otros dicen que sí y toman el plumón rojo. “Puedes poner tu opinión donde gustes –afirma la joven edecán, sin perder jamás la sonrisa que pareciera tener tatuada- pero por favor, que sean buenas cosas, si no, ¿qué caso tiene?”.

Mientras otros festivales han fallado en involucrar a sus habitantes con sus actividades, parece que en Morelia las cosas funcionan a la inversa. La pequeña ciudad se ve convertida en un oasis para cinéfilos, directores, estrellas, productores y meros curiosos que no saben muy bien cuál es Diego o cuál es Gael, pero quieren estar allí.

La constante en el Festival de Cine de Morelia es la saturación. Salas de cine llenas, boletos agotados, restaurantes abarrotados y una vida nocturna vibrante, todo en el primer cuadro de la ciudad, donde se respira con verdadera intensidad el encuentro fílmico y se agasaja a las estrellas, que lucen más que complacidas con la hospitalidad michoacana.

Pero no todo es euforia y fiesta. También existen algunas voces disidentes. “No me gusta que cierren las calles”, afirma un taxista que a bordo de su viejo Tsuru tiene que desviar la ruta debido a que el festival se apropia de varias arterias de la ciudad. “Otros años ha estado mejor, este ha estado muy vacío y los que vienen no se mueven por la ciudad, nomás se quedan por el centro y ya”, dice un restaurantero de una plaza comercial, cuyas enchiladas morelianas y corundas van a tener que esperar una mejor ocasión para ser consumidas.

Para los detractores no habrá plumón rojo. “De repente ponen groserías, es difícil vigilarlos a todos”, explica la edecán, mientras un pequeño garabatea en el plástico unas cuantas palabras: “Me gusta mucho el festival, no se vayan nunca”. JFGR

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