Vicente Fernández sigue siendo el rey

GUADALAJARA, JALISCO (07/NOV/2010).- Las canas las porta con orgullo. El micrófono ya no aleja tanto mientras canta. El traje de charro ahora es un poco más oscuro y ceñido que antes, pero el carisma, el magnetismo con el público y sobre todo la estampa vernácula son elementos que a pesar del tiempo permanecen fusionados en Vicente Ascencio Fernández Gómez, el “Charro de Huentitán” y una de las leyendas vivientes del género ranchero, que el viernes por la noche ofreció el primero de los dos recitales en el Palenque de las Fiestas de Octubre 2010.

La vuelta del patriarca de la dinastía Fernández al palenque, luego de no haberse presentado el año pasado, refrendó su lugar como uno de los favoritos del público tapatío, que abarrotó el graderío y las butacas del recinto móvil de Periférico Norte.

Con su traje azul rey ceñido al cuerpo, una sonrisa tatuada en el rostro y el sombrero de charro color blanco, que solo usa para las primeras canciones, Vicente Fernández saltó al escenario en punto de las 00:05 horas para dar paso a una cascada de éxitos, entre brindis, vivas y porras del auditorio congregado, que no dudó en premiar con sus aplausos al vocalista.

El ambiente perfecto

En un año de crisis económica, pocos son los artistas que han logrado llenar el Palenque de las Fiestas de Octubre. Y en esa lista de pocos se cuenta Vicente Fernández, que volvió a demostrar su poder de convocatoria entre los tapatíos.

Los altos de Jalisco, Por tu maldito amor, Nos estorbó la ropa, Lástima que seas ajena, Me voy a quitar de enmedio, El último beso, Verdad que duele y Un millón de primaveras fueron los temas para “ir calentando gargantas”, afirmó el oriundo de Huentitán el Alto, quien agregó: “Muchas gracias a todos por venir. Es un placer estar en mi tierra, con mi gente, recibiendo su cariño. Refrendo mi promesa de que mientras ustedes no dejen de aplaudir no dejo de cantar”.

Y no, Fernández no dejó de cantar y el palenque pronto se convirtió en una verbena donde los asistentes abrieron viejas heridas de amor, celebraron la pasión del momento, lloraron por la nostalgia y brindaron por un futuro mejor, todo esto ante la atenta vigilancia de la Policía del Ayuntamiento de Zapopan y el equipo de seguridad del recinto, quienes se encargaron de asegurarse que el evento se desarrollara en paz.

Toma las riendas

Pocas fueron las ocasiones en que Vicente Fernández se dirigió al público sin cantar. Y es que el artista prefiere hablar a través de las letras de sus canciones, que superaron las 50 durante el Palenque.

Para siempre, Estos celos, Miedo, Millones de gracias, Qué de raro tiene, Bohemio de afición y Acá entre nos también se dejaron escuchar a lo largo del recital, donde “Chente” se fue sintiendo más cómodo, pues pronto perdió el moño del traje y no dudó en brindar varias veces a la salud de los presentes.

Las canciones siguieron su curso y Fernández no dudó en exprimir el cancionero mexicano al máximo: A pesar de todo, Me cansé de rogarle, Cruz de olvido, Ojalá que te vaya bonito, No me sé rajar, Hermoso cariño, Ya lo sé que tú te vas, Serenata huasteca, Guadalajara y Mujeres divinas también formaron parte del amplio repertorio del cantante.

Un poco más canoso, con la voz un poco más cansada y el traje algo arrugado, Vicente Fernández terminó su concierto en medio de una amplia ovación y demostrando que todavía tiene bases para decir que él “sigue siendo el rey”.

Por cierto

Durante el concierto Vicente Fernández detuvo una de las canciones por una pelea en las gradas. “A ver, en este palenque nada más los gallos se vienen a pelear, así que o se calman o se salen”, espetó el músico, quien logró expulsar a ambos rijosos.

EL INFORMADOR/ FRANCISCO GONZÁLEZ