Vamos al cine

GUADALAJARA, JALISCO (19/MAY/2010).- No todo tiene que ser negativo y preocupante. También hay algo que mueve la conciencia, eso es esta película de Alejandro González Iñárritu. Más allá del tema de migración, muy actual, está el sentimiento de identidad por medio de la comunicación, con el paralelismo de sus pérdidas y también beneficios.

La Palma de Oro, máxima presea del Festival de Cannes, Biutiful nos llama a considerarla, además de lo captado por cámara y narración, a ver causas y efectos advertidos, pero no cabalmente asimilados en la sociedad contemporánea.

“Sí se puede”, frase enunciada, debe llegar al sentimiento íntimo de cada ser humano, en particular nosotros, unidos geográficamente con el país donde la economía se mueve al ritmo de satisfactores materiales; no precisamente negativos, pero sí provocadores de insatisfacción para otros. Finalmente inequidad.

González Iñárritu se define como realizador de sueños y el sueño es más que escape, motivador de realización en todos los órdenes de la vida. El sueño da motivo de confianza sin reparar en los obstáculos.

En esta película el punto de partida es la migración con la profunda inserción en el terreno de la familia y sus valores decantados en el arraigo y su pérdida paulatina. Paradójicamente, la comunicación tiene desempeño determinante en la vida de los pueblos, sus costumbres y los cambios.

Por medio de Biutiful se reestablece el vínculo artístico con España, Javier Bardem. Es meritorio contar con la experiencia y calidad de actores de su talla, por la subjetiva apreciación de unir talentos a un fin con características de aprecio a posturas y reclamos sociales.

Adicional y sobresaliente a la obtención de La Palma de Oro es la contribución a la seguridad de realización; no sólo de un latinoamericano, sino de todo cuanto representa la posibilidad del triunfo.

Dios nos guarde de la discordia.